La reduflación es una estrategia comercial que algunas marcas de supermercado utilizan para suplir la subida de los costes de producción. No alteran el precio final del producto, pero disminuyen la cantidad ofrecida.
El término “reduflación”, surge en la década de 2010 en medios de comunicación anglosajones como shrinkflation, una palabra compuesta por “shrink”, que significa “reducción”, y el sufijo «-flation”, referido al proceso de “inflación”. Consiste en reducir las porciones, cantidades y tamaños de un producto, de forma paulatina en el tiempo, sin alterar el precio final a los consumidores para que no se den cuenta. Se considera una práctica legal, siempre que en los envases se indiquen el peso o unidades específicas.
Según un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), los fabricantes han reducido las cantidades o pesos de sus productos entre un 5 y un 10% desde hace unos meses. La guerra en Ucrania y el incremento de los costes energéticos parecen ser dos de las principales causas.
La reduflación se da, sobre todo, en el ámbito de la alimentación. La OCU señala marcas y sectores afectados, como los envases de pasta, pescado congelado o cacao soluble. Las empresas justifican esta estrategia por la subida de precios de las materias primas, el coste del transporte y la mano de obra.
Los clientes no suelen percatarse a la primera de esta práctica, porque solo se fijan en los precios. Y esto puede llevar al “engaño”, ya que, lo único que cambia es el peso. Pero el embalaje, tamaño y diseño no varían en absoluto. En otras palabras, podríamos considerarlo como una subida de precios encubierta.
¿Por qué algunas empresas utilizan la reduflación como respuesta a la inflación?
Algunas marcas optan por esta opción ya que, al subir los precios, los consumidores tienden a buscar otros productos más baratos. Por eso realizan esta subida de precios sutil, para que el usuario siga comprando el mismo producto, que “aparentemente” no ha cambiado. No baja el precio, baja el peso.
Aunque es una práctica comercial legal, la Organización de Consumidores y Usuarios señala que “se considera un engaño” y recomienda que nos fijemos en el precio por kilo, gramo o litro (100 ml en los productos de higiene y cosmética como las cremas o el champú) que viene en la etiqueta del envase. Según la OCU, este sería un ejemplo de etiqueta informativa bien presentada:
Si queremos luchar contra la reduflación cuando vayamos al supermercado, debemos estar muy atentos a los anuncios de oferta como “3×2”, “descuento” o “promoción especial”, que suelen ser un gran reclamo para llamar nuestra atención, pero que pueden ser engañosos. Para comprobar si son tan buenos como dicen, tenemos que comparar el precio por unidad de medida en vez de comparar el precio por producto o envase. Solo así podremos saber cuál es la opción más económica. Las empresas están obligadas por ley a mostrar el precio por unidad de medida para permitir una comparación lo más fiable posible. ¡Que no te reduflacionen!
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