Hace unas semanas, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, empezaba a hablar de desinflación. Después de meses con el término inflación hasta en la sopa y con la amenaza de la recesión sobre todo Occidente, el presidente de la Fed arrojaba un poco de esperanza sobre la gente.
Desde entonces son muchos los que han manifestado su acuerdo o desacuerdo con la teoría de Powell, que aseguraba que “la desinflación ha comenzado” aunque, eso sí, matizaba a continuación que todavía queda mucho trabajo por hacer.
Pero para poder valorar estas palabras y sus posibles consecuencias debemos empezar teniendo claro un concepto: ¿qué es la desinflación?
Invierte para batir la inflación
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¿Qué es la desinflación?
La desinflación es un fenómeno económico que se da cuando hay una disminución sostenida y gradual de la tasa de inflación. Así, podríamos hablar de desinflación cuando el aumento generalizado y sostenido del nivel de precios en una economía, con la consecuente disminución del poder adquisitivo de la moneda, empieza a frenar. Eso sí, tendrá que mantenerse a largo plazo.
Teniendo claro qué es la desinflación, es el momento de ahondar en las causas que pueden provocar que se dé este fenómeno. Así, es la consecuencia de una política monetaria restrictiva de los bancos centrales (algo que hemos visto muy a menudo durante los últimos meses), una caída de la demanda agregada, una disminución de los precios de las materias primas, una disminución de los costes de producción… Todas estas situaciones pueden provocar una desinflación que, a su vez, tiene importantes consecuencias en la economía.
¿Es buena o mala noticia que haya desinflación?
Según las palabras de Powell, podríamos pensar que entrar en un periodo de desinflación siempre es una buena noticia. Pero ¿es así?
Pues la verdad es que ni sí, ni no. Como todo, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Sí es verdad que, a nivel de estabilidad macroeconómica, es algo positivo, ya que reduce la incertidumbre en torno a los precios futuros. Y es que en tiempos de inflación es muy difícil hacer estimaciones sobre el precio de los productos y servicios, lo cual, lógicamente, complica la organización a medio y largo plazo.
En la otra cara de la moneda, la negativa, nos encontramos con que la desinflación puede llevar a una disminución de la demanda agregada. Esto significa que, durante un tiempo determinado, todos los miembros que conforman una economía, como los hogares, las empresas o las administraciones públicas, adquieren menos bienes y servicios. Esta situación puede provocar, a su vez, que los consumidores retrasen sus compras, pensando que en el futuro todo estará más barato.
En este caso, estaríamos hablando de una pescadilla que se muerde la cola, ya que, si los consumidores adquieren menos productos, bajará también la producción, lo que puede desembocar en un aumento del endeudamiento, una subida en las tasas de desempleo y, finalmente, en el retraso de la recuperación económica.
¿Es la primera vez que se habla de desinflación?
Esta no es, ni con mucho, la primera vez que se plantea la posibilidad de estar entrando en un periodo de desinflación. Muy al contrario, en la historia ya ha habido varios episodios y en distintos países.
Uno de los más llamativos fue lo que ocurrió en Estados Unidos en la década de 1980. La desinflación comenzó tras un largo periodo de crecimiento de la inflación en los años 70, que llegaría a su pico en 1980, cuando alcanzó el 13,5%. Tal y como está ocurriendo actualmente, la Reserva Federal respondió con una política monetaria restrictiva, basada en aumentar la tasas de interés. A mediados de los 80, la tasa de inflación estaba por debajo del 3%.
Otro ejemplo de desinflación tuvo lugar en Japón durante la década de 1990, después de la época conocida como la “burbuja económica” de la década de los 80, en la que hubo un fuerte crecimiento económico. A continuación, ya en los 90, hubo una gran época de desinflación, que incluyó factores como la caída de la demanda agregada y la deflación de los precios de los activos, especialmente los inmobiliarios. La desinflación se mantendría durante muchos años, generando un prolongado período de estancamiento económico conocido como la “década perdida”.
Con estos datos en la mano habrá que valorar qué podemos esperar de los próximos meses, siempre y cuando Powell, el presidente de la Fed, esté en lo cierto. De ser así, estaríamos ante un periodo de disminución de la inflación pero que, al mismo tiempo, acarrearía muchas otras consecuencias. Habrá que esperar para ver cómo se comporta finalmente la economía.
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