¿Te cuesta expresarte con claridad a veces? Y no nos referimos a no encontrar las palabras adecuadas.
Nos referimos más bien a no conseguir expresarte a gusto en algunas situaciones. Ya sea por miedo a represalias, nuestra propia inseguridad, a quedarnos solos… Puede haber mil y una razones por las que nos puede costar expresarnos, ya sea con nuestros seres queridos, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo o incluso con desconocidos.
El no poder expresarnos tal y como queremos puede convertirse en un auténtico problema. Hoy en nuestro blog os vamos a hablar de la asertividad, una cualidad que debemos aprender a desarrollar para poder expresarnos en nuestro día a día.
Tipos de expresión y comunicación: agresividad, pasividad y asertividad
A la hora de comunicarnos y hablar con las personas, podemos identificar tres tipos de expresión diferentes: agresivo, pasivo y asertivo. Estos tipos de comunicación se desarrollan partiendo de las necesidades propias y de los demás, es decir, qué necesidades queremos cubrir cuando nos comunicamos.
Si damos el 100% de prioridad a nuestras necesidades, nuestra forma de expresarnos será posiblemente agresiva; si le damos la prioridad a las necesidades de los demás, nuestro tipo de expresión será pasivo. Por su parte, la asertividad se encuentra en un término medio en el que atendemos nuestras propias necesidades sin obviar las necesidades de los demás. Pero ¿cómo podemos identificar a un comunicador agresivo de uno pasivo? Cada uno de ellos tiene unas características con las que podemos diferenciarlos:
Comunicador agresivo
La principal característica del comunicador agresivo es que, aunque posea una forma segura y directa de comunicar sus ideas o sentimientos lo hace de forma errónea, pudiendo expresarse de manera hostil y agresiva (ya no solo verbal, sino físicamente).
Además, no tiene en cuenta los sentimientos o consecuencias de su comunicación con los demás, por lo que anteponen al 100% sus necesidades por encima de las del resto de personas.
Comunicador pasivo
Los comunicadores pasivos son aquellas personas que no son capaces de poner sus necesidades y derechos personales por encima de los derechos propios e intereses de los demás. Esto se traduce en que cuando tienen que expresar su opinión o sentimientos lo hacen de forma insegura y sintiéndose culpables o directamente no lo hacen.
Esto hace que les cueste mucho rechazar las peticiones de los demás aunque en el fondo no quieran hacerlo, adaptando sus comportamientos al resto por temor a lo que puedan sentir o pensar los demás de ellos.
La asertividad como forma sana de expresarte
Una vez explicadas las comunicaciones pasiva y agresiva, toca hablar de asertividad. Conocemos asertividad como la habilidad que tenemos las personas para expresar nuestras emociones, ideas u opiniones al resto de una forma adecuada y sin ser hostiles ni agresivos. Para llevar a cabo esta forma de expresión debemos hacerlo de forma serena y sin vernos afectados por otras emociones que pueden ser limitantes, como la ira, la ansiedad, el miedo…
Como ya hemos hablado en el punto anterior, uno de los pilares fundamentales sobre los que se cimenta la asertividad parte de la base de que todos los seres humanos tenemos unos derechos asertivos que debemos respetar para nosotros mismos como para los demás. Esta parte es importante, ya que expone que debemos respetar los del resto de personas pero también nuestros propios derechos.
Es decir, para poder desarrollar asertividad tenemos que trabajar en nuestra autoafirmación y en nuestros derechos como ser humano para expresarnos. Por eso, aunque nuestra capacidad asertiva puede tener un componente personal importante, es una habilidad que podemos desarrollar si nos cuesta expresarnos.
Pero ¿cómo podemos saber si somos asertivos o no? Podemos hacer una recopilación de comportamientos verbales, no verbales y emociones comunes para la gente que es poco asertiva o, dicho de otro modo, los comunicadores pasivos:
Comportamientos
- Volumen de voz bajo
- Problemas al hablar con fluidez e incluso tartamudeo
- Evitar el contacto visual
- Nerviosismo
- Postura incómoda o gesto hundida
Emociones
- Exceso de preocupación por lo que piensan de uno mismo
- Sensación de ser incomprendido o el hazmerreír del resto al hablar
- Sensación de impotencia
Todas estas conductas y emociones que sufren las personas con poca asertividad pueden tener dos consecuencias: la primera, frustración al no poder expresarte tal y como quieres y por no poder comunicarte con los demás; la segunda, ansiedad a la hora de tener que afrontar una conversación en la que tengamos que dar una opinión o expresarnos.
Los derechos asertivos
Los derechos asertivos son una serie de derechos que nos ayudarán a la hora de ser más asertivos y nos servirán como guía para poder comunicarnos y expresarnos. Son los siguientes:
- Tengo derecho a ser tratado con respeto y dignidad
- Tengo derecho a tener y expresar mis propios sentimientos y opiniones
- Tengo derecho a ser escuchado y tomado en serio
- Tengo derecho a juzgar mis necesidades, establecer mis prioridades y tomar mis propias decisiones
- Tengo derecho a decir NO sin sentirme culpable
- Tengo derecho a pedir lo que quiero
- Tengo derecho a cambiar de idea, opinión o línea de acción
- Tengo derecho a cometer errores
- Tengo derecho a pedir información y a ser informado
- Tengo derecho a obtener aquello por lo que pagué
- Tengo derecho a ser independiente
- Tengo derecho a decidir qué hacer con mis propiedades, con mi propio cuerpo, mi propio tiempo, etc.
- Tengo derecho a tener éxito
- Tengo derecho a gozar y disfrutar
- Tengo derecho a mi descanso y aislamiento
- Tengo derecho a superarme y a superar a los demás
Cómo empezar a ser asertivo si te cuesta dar tu opinión o expresarte
Llegados a este punto, está claro que tener una forma pasiva de expresarse puede traernos problemas (la forma agresiva también, por supuesto), pero eso no quiere decir que no seamos capaces de cambiar este esquema mental. Aunque nuestra propia personalidad puede hacernos tender a ser más pasivos o más agresivos, la asertividad es una conducta y podemos desarrollarla.
Antes de dar ningún paso, esto no quiere decir que tengas que cambiar tu personalidad ni tu forma de ser, pero si el sentirte incapaz de expresarte te frustra y, sobre todo, te produce ansiedad, no significa que sea parte de tu personalidad. Es un problema, y hay que ponerle solución. Pero empecemos por el principio, tienes que tomarte este cambio con calma ya que no vas a poder ser una persona asertiva de la noche a la mañana.
La falta de asertividad parte de la incapacidad del individuo de manifestar sus emociones o deseos, por lo que el primer paso es hacerlo, aunque sea en pequeñas dosis. Una cosa que nos puede ayudar es empezar a expresar nuestros deseos u opiniones con personas de confianza, ya sea nuestra familia, nuestra pareja o nuestros amigos. Una de las principales barreras que podemos encontrar de primeras es cuando tengamos que decir NO a alguien.
Debemos ser conscientes de que negarnos a hacer algo que no nos apetece no quiere decir que seamos maleducados o egoístas, sino que tenemos derecho a negarnos. Recuerda, los derechos asertivos*.
Un pequeño cambio de mentalidad
Las personas con falta de asertividad tienden a pensar de forma negativa y a sentirse mal por la negación, pero hay que hacer un esfuerzo por ser pragmáticos y buscar puntos intermedios. En una situación simple en la que una amiga nos dice que tomemos algo y nos negamos, nuestro pensamiento no debe ser: “soy un mal amigo por no quedar”, sino “hoy no puedo quedar porque no me apetece y no me lo voy a pasar bien, vamos a buscar otro día en el que los dos podamos”.
Otra buena forma de acompañar este cambio y esta reconciliación con la asertividad es hablando de cómo nos sentimos y cómo nos hacen sentir los demás. Las interacciones con las personas nos hacen sentir de diferentes formas, pero a la hora de expresarlo es más importante poner el foco en nosotros mismos que en el otro. Pongamos un ejemplo:
Supongamos que estás con un amigo al que le estás contando un problema mientras él está mirando el móvil, hay dos formas de plantear el problema:
Respuesta n.1: “Te estoy contando algo importante y me estás ignorando, ya no te vuelvo a contar nada”.
Respuesta n. 2: “Me siento mal porque te estoy explicando una cosa importante y estás a otras cosas y me siento ignorado”.
La primera está hecha desde el tú, recayendo toda la responsabilidad sobre el otro, mientras que la segunda está hecha desde el yo y busca más la comprensión del otro que un reproche o enfrentamiento. Son ligeros detalles pero que hacen más fácil la comunicación.
Al principio puede ser difícil, nos puede costar pero debemos afrontarlo, porque si esa frustración se convierte en ansiedad, ya hablamos de un problema de salud que puede ser muy difícil de afrontar. Recuerda tus derechos asertivos y no tengas miedo a expresarte.