Buenos resultados académicos, una carrera brillante, una vida de ensueño… Hay gente que, aparentemente, lo tiene todo y, sin embargo, sienten que no lo merecen, que no ha sido más que un golpe de suerte detrás de otro.
¿Te suena ese perfil? Puede que, incluso, tú mismo te sientas identificado. No es algo raro: es el síndrome del impostor. Y es más común de lo que podría parecer, ya que se calcula que siete de cada diez personas lo han sufrido alguna vez en su vida.
Sentir que eres un impostor
Quien padece el síndrome del impostor no solo cree que todos sus éxitos se deben a la suerte, sino que, además, está plenamente convencido de que no merece las cosas buenas que le han pasado, simplemente, porque no está a la altura. A ese sentimiento de no ser válido habría que sumarle el miedo a que el resto descubra que es un impostor.
Toda esta mezcla de sentimientos lleva a que estas personas, a menudo, sufran episodios de ansiedad y de estrés. ¿Quién no se agobiaría si el resto espera que hagamos algo acorde a unas capacidades que nosotros pensamos que no tenemos?
¿Quién tiene más tendencia a padecer el síndrome del impostor?
Si bien, como decíamos, unas 7 de cada 10 personas sufrirán el síndrome del impostor en algún momento de su vida, hay algunos perfiles más proclives a sentirse así, según la doctora Valerie Young, especialista en este trastorno. Reúnen una serie de características que les pueden llevar a entrar en esa dinámica destructiva.
Los perfeccionistas
Todos queremos ser mejores en el trabajo, tener la casa más bonita y limpia, ser mejores padres, hijos, amigos… Pero hay personas que llevan ese deseo hasta el extremo.
Se trata de los perfeccionistas, que se imponen a sí mismos unos objetivos excesivamente altos en todas las actividades que acometen. Lógicamente, es extremadamente complicado llegar a cumplir esas expectativas siempre, por lo que este perfil es común que se sienta frustrado y que, a la larga, llegue a pensar que ha fracasado.
El superhumano
Se trata del perfil de persona que tiende a trabajar más cada vez, abarcando más tareas. Si bien algunos lo hacen por su afán por prosperar o porque creen que es su responsabilidad, algunos lo hacen porque sienten que, así, compensan sus supuestas incompetencias. Eso sí, es una actitud muy arriesgada: puede derivar en trastornos de la salud mental y perjudicar las relaciones con las personas del entorno.
El genio natural
Cuando hablamos de “genio natural” tendemos a pensar en esas personas que tienen, de forma natural, una gran capacidad para aprender cosas nuevas y desempeñarlas satisfactoriamente. No obstante, en este caso particular, tienden a pensar que, gracias a su talento innato, tendría que salirles todo bien a la primera, frustrándose cuando no es así.
El individualista
Tal y como su nombre indica, una persona individualista tiende a hacerlo todo por sí mismo, sin pedir ayuda. Y es que, en algunos casos, prefieren cargar con más trabajo a repartirlo con otras personas y que estas descubran sus supuestas carencias.
El experto
Necesitan saber más, siempre más, sea del tema que sea. Como estas personas tienen la sensación de que no han sido sinceros, tienden a buscar toda la información posible sobre un tema para que el resto no pueda descubrir que, en realidad, son un fraude.
¿Quién tiene más tendencia a padecer el síndrome del impostor?
Como ya hemos comentado, es bastante común sufrir, antes o después, el síndrome del impostor. Generalmente es una situación temporal que se resuelve en más o menos tiempo, una vez que la persona que lo padece lleva un tiempo desempeñando las funciones que le generaban inseguridad.
No obstante, no es una sensación agradable y, además, en algunos casos se puede prolongar demasiado en el tiempo, derivando en problemas de salud mental de envergadura. Por eso es importante identificar lo que nos está pasando y, siempre que sea posible, poner soluciones.
1. Analiza la situación
Deja a un lado esa voz interior que constantemente repite “no estás a la altura”. Mira a tu alrededor de una forma lo más objetiva posible. Solo así podrás enfocarte en tu objetivo y poner los recursos disponibles para conseguirlo.
2. El perfeccionismo no es tu hallado
Ya hemos comentado que aspirar a hacer las cosas mejor está bien, pero hay que evitar que se convierta en una obsesión. Y es que podría llevarnos a pensar que una tarea nunca ha quedado lo suficientemente bien y a alargar indefinidamente su ejecución para intentar mejorarlo.
3. Pedir ayuda siempre es una buena idea
Algunos piensan que pedir ayuda es un signo de debilidad, pero más bien es justo al contrario. Seguro que pidiendo ayuda conseguimos hacer las cosas mejor, aprender nuevos métodos o herramientas y que el trabajo final sea más satisfactorio. Además, no hay nada más valiente que pedir ayuda cuando es necesario.
4. Haz de cada logro una celebración
Hacer las cosas bien siempre es motivo de celebración, máxime si has sido tú mismo quien las ha hecho. A fuerza de repetirte a ti mismo que eres una persona válida y que tus capacidades son reales, irás interiorizando ese pensamiento positivo.
En cualquier caso, si piensas que puedes padecer el síndrome del impostor o te sientes frustrado y angustiado por las tareas que debes desempeñar en tu día a día, lo mejor es que acudas a un especialista. La salud mental es algo muy serio que debe ser tratado por profesionales.