En ciertas ocasiones, gestionar la economía de un hogar puede ser un verdadero quebradero de cabeza: las facturas, gastos inesperados, el transporte, el ocio… Una amalgama de cuentas. A final de mes te preguntas: ¿en qué me he gastado la nómina?
Si te sientes identificado, no te preocupes; nos ha pasado a todos. En “De Ahorrador a Inversor” te damos las claves para tener una perfecta planificación financiera personal.
Los errores más comunes al hacer un plan financiero
Primero tenemos que enumerar los errores que la mayoría de nosotros cometemos a la hora de gestionar nuestra economía.
El “ya lo pensaré mañana”
La típica frase de Escarlata O’Hara en “Lo que el viento se llevó” es un lema que muchos españoles llevamos por bandera. Esta procrastinación aumenta las posibilidades de que alguna situación de urgencia ocurra y nos coja desprevenidos, sin una estrategia o paso a seguir, lo que nos empuja a actuar de una forma compulsiva que, normalmente, viene acompañada de un gran dispendio de dinero.
No controlar los gastos
Dejarse llevar por las grandes ofertas o por las temporadas marcadas por el consumismo como el Black Friday puede ser motivo de descontrol económico, olvidando los imprevistos futuros que puedan surgir.
La fragmentación de gastos
“¡Págalo en cómodas cuotas!” es una forma de reclamo que realizan grandes marcas en colaboración con entidades financieras, en las que se segmenta la compra de un importe elevado, pagándolo en distintas mensualidades. Aquí, generalmente pagarás un interés compuesto por beneficiarte de un pago diferido.
Tristemente, hay personas endeudadas de por vida, muchas veces porque no entienden los riesgos de la aparente facilidad de solicitar un préstamo. De este modo, tu nivel de ahorro y capacidad financiera van lentamente menguando. Siempre que puedas es mejor tener dinero ahorrado y pagarlo “de una vez” antes que ir atándote con pequeños pagos mensuales.
Hay que ser honestos con nosotros mismos y saber si de verdad necesitamos esos productos o servicios
Por ejemplo, llega enero y nos motivamos en ir al gimnasio como uno de nuestros nuevos objetivos del año. No obstante, en el pasado nos hemos apuntado y hemos terminado yendo dos o tres días y lo hemos acabado dejando. Es recomendable que, antes de apuntarte y “tirar el dinero”, crees el hábito con pequeñas rutinas para, posteriormente, apuntarte si lo sigues creyendo conveniente. Este ejemplo ocurre con infinidad de bienes y servicios: en un primer momento pensamos que son imprescindibles, pero, al final, estamos pagando por algo que no vamos a usar.
Elige bien tus compras y asegúrate de que realmente vas a hacer uso de ellas. Descubrirás que, realmente, no son tantas las cosas que necesitas.
El dinero bajo el colchón
Si no lo sabías, el dinero pierde valor cada día que pasa. Actualmente vemos el problema muy de cerca con la elevada inflación.
Los altos precios de los productos en los supermercados, la subida de la luz, los tipos de interés al alza, la gasolina… Todos estos elementos influyen en una elevada inflación que provoca que vayamos teniendo un menor poder adquisitivo.
Por tanto, trata de ahorrar e invertir para favorecer ir sacando un rédito económico a largo plazo.
La falta de comunicación
La planificación financiera no solo ha de ser personal, sino familiar. Cuando tenemos que comunicar problemas de carácter económico se nos suele hacer un nudo en el estómago que en ciertas ocasiones evadimos porque pensamos que lo podemos solucionar nosotros solos.
Un equipo siempre es mucho más efectivo que trabajar por tu cuenta, no lo olvides. Si afrontas un problema con ayuda serán más cabezas las que vayan a buscar la solución.
No ahorrar lo suficiente
No existe un plan financiero si no hay una partida destinada al ahorro. En “De Ahorrador a Inversor” te hablamos de varias técnicas de ahorro como la estrategia japonesa Kakebo o el sistema 30,20,50.
No se trata de ahorrar más o menos dinero, sino de dirigir la proporción adecuada de tu fuente de ingresos al ahorro. Tampoco debe haber un exceso de ahorro, sacrificando totalmente algunas áreas de tu vida personal como el ocio. Todo exceso produce desequilibrios.
No tener un fondo de emergencia
Dentro de la partida de ahorro, hay personas que lo segmentan de dos formas: una parte reservada a objetivos de medio-largo plazo y otra para emergencias. A la hora de realizar tu planificación financiera personal también será un factor a tener en cuenta, ya que nadie escapa de los imprevistos.
No planificar tu jubilación
En España, durante la vida laboral, se paga la Seguridad Social, que determinará nuestra futura pensión en función de cuánto hayamos colaborado con las arcas públicas. Muchas personas no confían en que vayan a tener una jubilación digna y buscan alternativas como planes de pensiones o de jubilación, lo cual siempre colaborará a tu futura salud financiera.
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Los beneficios de una planificación financiera personal
Cuando quieres llevar el control de tus finanzas personales debes saber cuál es tu posición económica. Este conocimiento te ofrecerá serenidad, ya que mantendrás el control de tus gastos y podrás solventar los imprevistos de una forma más eficaz.
Habrá ocasiones en las que te resistas a desprenderte de ciertos bienes y servicios que consumías con anterioridad, pero muchas de esas renuncias te beneficiarán a medio plazo. Piensa que pocas cosas son imprescindibles y, si realmente hacen falta en una ocasión posterior, siempre podrás adquirirlas de una manera más meditada.
Uno de los mayores beneficios es el control de tu vida sin tantas ataduras, que hacen que muchas veces no puedas llevar a cabo aquellos planes que realmente aportan riqueza a tu vida.
Siguiendo algunos sencillos consejos, será mucho más fácil llevar el control sobre tu planificación financiera personal:
1. Conoce cuál es tu posición económica actual
Si tu sueldo es de diez mil euros, pero generas unos gastos de 9.800 euros no tienes una buena posición. Y es que solo dispones de doscientos euros para ahorrar. Has de conocer las fuentes de ingresos de tu unidad doméstica, a los que restarás los gastos necesarios (alquiler, facturas, servicios contratados, transporte, etc). La diferencia es lo que determinará tu posición económica real.
2. Prescinde de lo innecesario
Al conocer tu posición económica lo primero que te llamará la atención son aquellos bienes y servicios que realmente no son imprescindibles para tu vida. Si los vas controlando, tendrás mayor poder adquisitivo a medio y largo plazo, lo cual te permitirá cubrir otras necesidades.
3. ¡Ponte metas!
Te servirá para motivarte y seguir con la planificación financiera y, por qué no, con el ahorro. A medida que te vas acercando a los objetivos marcados, te das cuenta de que esta planificación financiera personal merece la pena y contribuye a tu felicidad. Eso sí, los objetivos tienen que ser realistas. En caso contrario te desmotivarán y volverás al caos del que pretendes salir.
4. Establece tus límites presupuestarios
Tras prescindir de aquellos gastos innecesarios, debes sentarte y establecer tus límites de gastos. Del dinero sobrante, al menos un 10% o un 20% debería ir exclusivamente al ahorro; el resto lo puedes ubicar según tus gustos (videojuegos, lectura, salidas con los amigos, comidas o cenas fuera de casa, etc.). Si a final de mes te sobra parte de ese dinero sin haberlo planificado será un extra que puedes aportar a tu ahorro.
Por otra parte, como hemos dicho antes, aconsejamos que los ahorros se dividan en dos: el ahorro doméstico y una partida para emergencias o imprevistos.
Ahora solo queda sentarte y hacer tu planificación financiera personal para preparar la llegada de una mayor calma y serenidad en tu vida.
Habla con un experto
En Renta 4 Banco sabemos lo importante que es la información en momentos de tanta volatilidad. Siendo fieles a una filosofía slow finance es importante actuar reflexivamente pero con decisión para controlar el riesgo según tus objetivos a medio plazo. Habla con tu asesor para que te ayude a determinar la forma más apropiada de actuar.
Te recordamos que en Renta 4 Banco estamos a tu disposición para evaluar tus inversiones y controlar los riesgos, y especialmente en los momentos de incertidumbre.