La importancia de la psicología en la inversión

Los mercados se mueven por tendencias. A veces bajistas, a veces alcistas.

Estas tendencias son la traducción del comportamiento de una gran parte de los inversores, que se sienten animados para comprar porque se espera que el mercado crezca o, al contrario, vender porque esperan que las caídas vayan a aumentar. Como consecuencia, estas subidas o bajadas se acentúan y en muchas ocasiones el pánico o la euforia pueden provocar distorsiones en el mercado. Esto hace que en algunos momentos los activos financieros se encuentren infravalorados o sobrevalorados.

Evidentemente, no son los únicos factores que hacen que el mercado se mueva. Es más, nuestras inversiones no deben moverse según las tendencias del mercado, sino por el análisis de los valores y de nosotros mismos. Sin embargo, ponen de relevancia la importancia que tiene la psicología en la inversión. Hoy en nuestro blog vamos a profundizar sobre esta materia.

Diez consejos para empezar a invertir

La importancia de conocerse

A la hora de empezar a invertir, siempre hacemos hincapié en que uno de los primeros pasos a dar es conocer nuestro perfil de inversor. Si somos tan insistentes en este punto es porque sabemos que, en situaciones extremas, si no nos encontramos a gusto con nuestra inversión podemos tomar decisiones precipitadas. Decisiones basadas en impulsos más que en datos, conocimiento y pensamiento financiero. Porque nadie está exento de tomar una mala decisión dejándose llevar por el miedo o la inseguridad.

Por tanto, muchos movimientos en el mundo de la inversión pueden estar conducidos por “arrebatos emocionales” más que por decisiones sopesadas. De ahí que la psicología en la inversión también tenga un papel relevante a la hora de exponer nuestro patrimonio a riesgos. 

Es muy importante que nos conozcamos a nosotros mismos, saber qué riesgos estamos dispuestos a asumir o no y lo seguros que nos vamos a sentir. Así, evitaremos cometer errores que hayan sido fruto de nuestras decisiones irracionales.

La psicología en nuestras decisiones de inversión

Si lo pensamos detenidamente, todas las decisiones que tomamos en nuestra vida tienen un componente psicológico. Nuestra forma de ser hace que en diferentes situaciones nos comportemos de un modo distinto al de otra persona. Nuestra psicología y personalidad es propia y modela cómo vamos a reaccionar ante diferentes situaciones.

Por tanto, nuestras decisiones de inversión no están exentas de los componentes psicológicos. Es más, al hablar de nuestro dinero y patrimonio, estos factores adquieren todavía un matiz más importante. El control de las emociones a la hora de tomar decisiones es una parte fundamental de invertir en bolsa. Es más, podemos incluso acotar una serie de emociones que pueden ser perjudiciales para nuestras inversiones y unos consejos para hacerles frente:

Principales enemigos psicológicos en la inversión

Cuidado con el estrés y la ansiedad

Toda inversión conlleva riesgo, por lo tanto tenemos que ser conscientes de que aunque llevemos nuestro dinero a activos financieros de corte conservador, están expuestos a rentabilidades negativas.

Por ello, debemos estar cómodos con la inversión que realizamos. De no ser así, podemos obsesionarnos al pensar que podemos perder parte de nuestro dinero en el mercado. Esto nos puede generar estrés y ansiedad, que se pueden traducir en decisiones de las que arrepentirnos a largo plazo.

Así pues, dos buenos consejos para evitar eso son elegir una inversión adaptada a nuestro perfil de riesgo y no invertir todo nuestro ahorro, sino una parte con la que nos sintamos a gusto y nos dé margen de maniobra.

No confundir ambición con codicia

Se piensa que solo hay riesgo cuando el mercado cae. Sin embargo, las rachas alcistas también pueden ser muy peligrosas para nuestras inversiones. Las grandes burbujas han venido siempre después de rachas alcistas, en las que los precios de los activos financieros se encontraban por encima de su valor real.

Todos queremos ganar, pero como dice el refrán: “vísteme despacio que tengo prisa”. En momentos de euforia financiera la codicia puede cegarnos y podemos realizar inversiones que, en otra situación, nos generarían incomodidad. Sin embargo, al calor alcista de los mercados, nos sentimos a salvo.

Es un error. Eso no quiere decir que no puedas aprovechar una racha alcista, pero nunca pierdas de vista tus objetivos y tu exposición al riesgo. Es más, si quieres aumentar el riesgo en tu cartera, siempre es recomendable consultar a un experto. 

Ser precavido es bueno, entrar en pánico no

Las rachas bajistas también son peligrosas para nuestras inversiones, pero ya no solo por el motivo obvio. Tenemos que pensar que la economía funciona por ciclos, hay subidas y también hay bajadas. Esa es la razón por la que en inversión siempre es recomendable pensar en el medio y largo plazo, tal como plantea la filosofía slow finance.

Es decir, si estamos ante una racha bajista y sacamos nuestro dinero de forma precipitada, estaremos asumiendo unas pérdidas que, si somos fieles a nuestro modelo de inversión, es posible que recuperemos en el largo plazo.

En tiempos convulsos y de incertidumbre, no te dejes arrastrar la corriente del pánico. Es difícil, pero tenemos que controlar nuestros miedos y pensar nuestros movimientos de inversión y sus consecuencias antes de llevarlos a cabo.

Racionaliza tu inversión y deja a un lado las emociones

Es complicado, pero a la hora de invertir tenemos que hacer gala de dos características que pueden parecer contradictorias entre sí. Por un lado, tenemos que ser estrictos a nuestro perfil de inversión para no tomar decisiones precipitadas. Por otro lado, también debemos ser flexibles y poder modificar nuestra cartera, siempre sin dejar de lado lo que serían nuestros objetivos y aversión al riesgo.

Por último, un buen consejo que os podemos dar antes de tomar cualquier decisión de inversión es la siguiente: sed fieles a vosotros mismos. Si tomamos nuestras decisiones en base a cómo nos sentimos y no a lo que haga o no el mercado, estaremos más a gusto con el devenir de nuestro dinero.