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una persona con una moneda diferenciando entre gasto e inversión

Descubre la diferencia entre gasto e inversión

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Gasto e inversión son dos conceptos que suelen generar confusión, pero que sin embargo, expresan cosas muy diferentes. Saber diferenciarlos adecuadamente es fundamental a la hora de mantener una economía saneada e intentar optimizar al máximo tu patrimonio. En las siguientes líneas te explicamos cuáles son sus diferencias principales a todos los niveles.

Las principales diferencias entre gasto e inversión

Comencemos por identificar las principales diferencias que separan ambos conceptos.

La primera de ellas es el periodo de utilidad que tenga el bien o el servicio comprado por la persona física o la compañía en cuestión. Si es duradero y produce ingresos de manera regular al menos durante un año, lo consideraríamos inversión. Si no reporta rentabilidad o las ganancias derivadas de la compra sólo se producen durante el ejercicio en el que ésta se llevó a cabo, hablaríamos de un gasto, al ofrecer un periodo de utilidad inferior a un año.

Otra diferencia importante entre inversión y gasto si nos referimos a una empresa, es la aparición de la compra dentro del balance de resultados. Si hablamos de un gasto, al no ser considerado un activo para la compañía, aparecería dentro de la sección de pasivos. Las inversiones en cambio, sí que lo son y se enmarcarían como activos en el balance o cuenta de resultados.

Para encontrar la última gran diferencia centraremos la atención en el patrimonio de la empresa o la persona física. Mientras que los gastos traen consigo directamente una disminución del patrimonio, las inversiones simplemente suponen una variación en la composición de un activo. Por ejemplo, si una compañía de jardinería invierte en varias máquinas motosierras con efectivo, verá disminuida su liquidez, pero su patrimonio no variará en absoluto, dado que sus activos continúan teniendo el mismo valor.

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Diferencia entre gasto e inversión a nivel fiscal

La diferencia entre gasto e inversión a nivel fiscal es especialmente importante ya que de no conocerse en detalle, podría conllevar ciertas irregularidades tributarias. 

Recordemos que la inversión y el gasto a nivel contable son dos conceptos radicalmente diferentes. Si bien los gastos pueden ser deducibles en el mismo ejercicio económico en el que son realizados, las inversiones no pueden deducirse en un solo periodo, a excepción únicamente de aquellas que supongan un desembolso inferior a 300 euros. 

Las inversiones que superan los 300 euros deben ser imputadas como gastos mientras dure su vida útil a través de las amortizaciones. La AET ha hecho pública una tabla para ayudar a las compañías en relación a la amortización de sus inversiones en la que especifican cómo computa cada bien en función de su vida útil.

Por último, también hay que tener en cuenta que si hablamos de la deducción trimestral del IVA, tanto en los gastos como en las inversiones, hay que llevarla a cabo del mismo modo, a través del modelo correspondiente y en los meses marcados por la Agencia Tributaria.

Claves para diferenciar gasto de una inversión

La clave principal para diferenciar ambos conceptos es que, cuando el gasto económico que lleves a cabo, vaya a reportar algún tipo de rentabilidad o rendimiento a corto, medio o largo plazo, no se trata simplemente de un gasto, sino que hablaríamos de una inversión. 

Esto parece bastante claro, pero existen otros modos de diferenciarlo, cuando hablamos de operaciones económicas que impliquen cierta complejidad. En este sentido, hay que fijar la atención en el riesgo de obtención de una contrapartida. 

Los gastos traen consigo siempre una recompensa en forma de bien o servicio. Cuando tú gastas en una casa o en un coche, cuentas con la seguridad total de que obtendrás esa vivienda o ese vehículo al realizar el gasto. Sin embargo, cuando se trata de una inversión, el riesgo de recibir esa contrapartida aumenta y ya no hablaríamos de un 100% de seguridad. Por ejemplo, si tu inviertes en acciones de una determinada empresa, existe la probabilidad de que recuperes tu inversión con un rendimiento adicional añadido y dependiendo de la empresa y de la situación del mercado, la probabilidad será más alta o más baja, pero siempre será una probabilidad inferior al 100%, porque se trata de una inversión y no de un gasto. Otra diferencia importante entre gasto e inversión es que con la segunda existe la posibilidad de que salga mal y pierdas todo lo invertido.

También es posible que una compra funcione a la vez como gasto y como inversión. Por ejemplo, imagina que compras un vinilo de un artista muy popular y con el paso de los años, dicho vinilo se revaloriza multiplicando por cien su valor inicial. Lo que comenzó siendo un gasto para obtener un disco de vinilo, se ha convertido en una inversión notablemente productiva con el paso del tiempo. 

Pero en este caso, hablaríamos de una inversión involuntaria, ya que cuando compraste el vinilo, lo hiciste porque te gustaba el artista y no pensando en su futura revalorización. Esa es otra de las claves que nos permiten diferenciar ambos conceptos: cuando se espera obtener cierto rendimiento de tu compra, hablamos de una inversión, mientras que si no esperas ningún tipo de rentabilidad, sería simplemente un gasto.

Cuándo un gasto se convierte en inversión

Anteriormente veíamos el ejemplo claro del disco de vinilo. Lo que comenzó como un gasto sin más, con el paso de los años se convierte en una inversión al aumentar su valor. Y justo ahí es donde radica el aspecto fundamental para que un gasto pase a ser una inversión: en la revalorización.

Pongamos un nuevo ejemplo muy común y significativo: la compra de una vivienda. Alguien puede realizar la compra de una vivienda por pura necesidad. Supongamos que una pareja acaba de tener un hijo y necesita una casa más grande que la vivienda en la que viven actualmente de alquiler. Como tienen algo de dinero ahorrado, deciden adquirir una vivienda de tres habitaciones, para que así, su hijo, cuente con una propiedad en el futuro. Pasados cinco años, observan cómo los pisos de su mismo bloque, se están vendiendo por un 40% más de valor respecto al precio por el que compraron y entonces, toman la decisión de vender para obtener esa rentabilidad y comprar una casa más grande. En este caso, lo que comenzó siendo un gasto motivado por la necesidad de adquirir una vivienda de mayor tamaño, con el paso del tiempo se convirtió en una inversión muy provechosa al reportar una alto nivel de rentabilidad. La vivienda en cinco años se revaloriza, la venden y obtienen un 40% más por ella de lo que pagaron en un primer momento. 

Como has podido observar, gasto e inversión son dos conceptos que presentan diferencias muy importantes, tanto a nivel contable como fiscal. Tenerlas claras es fundamental a nivel de negocio. 

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