Las Bolsas han hecho suya la idea de una nueva “edad de oro”, con la que Donald Trump inició el discurso inaugural de su mandato el pasado lunes, y han cerrado una semana muy positiva, que finalizó el viernes con nuevos máximos históricos de todos los tiempos en algunos índices americanos y europeos.
El hecho de que las Bolsas europeas y la japonesa se hayan sumado, e incluso con mayor vigor que las americanas, a la euforia provocada por el nuevo presidente, es una de las curiosidades de este peculiar inicio del año bursátil 2025. El Dax alemán ha subido un 2,4% en la semana, el Cac francés un 2,8% y el Eurostoxx un 1,4%, pese al pobre comportamiento de algunos mercados europeos como el Ibex, que solo ha subido medio punto porcentual, o el Mib italiano, que ha bajado un 0,2%. En la sesión de cierre de la semana, el viernes, tanto el Stoxx 600 paneuropeo como el Dax alemán marcaron máximos históricos de todos los tiempos en 533 puntos y 21.520 puntos respectivamente. El Nikkei japonés ha subido incluso más en la semana, un 3,9%, a pesar de que el Banco de Japón subió el viernes un cuarto de punto los tipos de interés dejándolos en el 0,5%. Una reacción muy diferente a la del pasado agosto, cuando las Bolsas globales se desplomaron tras subir los tipos de intervención al Banco de Japón.
La celebración del inicio de la era Trump ha sido, por tanto, global, y eso ha incluido también a las Bolsas americanas, que han dado la bienvenida a esa nueva “edad de oro” con alzas semanales algo más moderadas. El S&P y el Nasdaq han subido el 1,7%, el Dow Jones el 2,2%, y el Russell 2000 el 1,4%, lo que ha permitido al S&P marcar sus máximos históricos de cierre el jueves, y sus máximos históricos intradiarios el viernes, en 6.128 puntos, si bien al final recortó ligeramente desde esos niveles.
De esta forma, lo que parecía un titubeante inicio de año lleva camino de convertirse, si esta última semana no lo impide, en un excelente mes de enero. Desde uno de enero el Dow Jones sube el 4,4%, el S&P el 3,7%, el Nasdaq el 3,3% y el Russell 2000 el 3,5%. Las Bolsas europeas, de nuevo, adelantan por ahora a las americanas, con el Eurostoxx subiendo el 6,6% desde uno de enero y el Dax alemán y el Cac francés subiendo un 7,4%.
Es muy llamativo que el “efecto Trump” se extienda a las Bolsas europeas, coincidiendo además con una intervención del nuevo presidente americano en el Foro de Davos en la que sin ningún tipo de reparos ha reiterado, de forma si cabe más radical, sus propósitos proteccionistas y su intención de instalar un nuevo orden en el comercio internacional bajo el lema ‘America first’. Lo normal sería que las Bolsas europeas hubiesen respondido a esas palabras con descensos, como sucedió en noviembre, pero lejos de ello, lo que se ha visto es un sorprendente optimismo en el viejo continente.
Hay dos posibles explicaciones para ese optimismo. Una es que hay mucha liquidez en el sistema como consecuencia de la súper inyección monetaria que hicieron los Bancos Centrales en la pandemia, que solo muy parcialmente ha sido reducida. La otra es que los inversores piensan que el “efecto Trump” va a llegar a Europa, es decir, esperan que el “trumpismo” va a dar un giro radical (shakeout) a la política europea moviéndola hacia posiciones más pro empresa y hacia la desregulación.
Nos gustaría mucho pensar que esta segunda lectura es la correcta, es decir, que la política europea va a pivotar hacia posiciones menos intervencionistas y más liberalizadoras. Tal vez tras las elecciones alemanas del 23 de febrero podamos tener cierta esperanza de que ese movimiento “tectónico” en la política europea se produzca. Pero por el momento pensamos que el ‘revival’ de las Bolsas europeas se debe sobre todo a que hay mucho dinero en busca de activos cuyo precio se haya quedado atrás. Y eso explica la subida de los grandes valores de lujo, como Louis Vouitton (LVMH) y Hermès, ambos con alzas del entorno del 15% desde uno de enero, o de los valores bancarios como BBVA o Unicredit, ambos con subidas por encima del 13% en el año, o de empresas industriales como Siemens (+10,5% en el año) y de las automovilísticas como Volkswagen (+8,5% en el año) sin olvidar otros valores como Adidas, que el pasado miércoles se disparaba al alza tras presentar sus resultados. Hay mucho dinero y no muchos activos de calidad, y por ello el dinero va rotando en busca de activos que se hayan quedado a precios atractivos.
Y eso nos lleva a los Bancos Centrales y sobre todo a la Fed y al BCE, que se reúnen esta semana y que tienen la clave para controlar los niveles de liquidez y para validar o no esa “edad de oro” bursátil que añoran las Bolsas europeas y americanas. Posiblemente cuando Trump exigía el pasado jueves en el Foro de Davos al presidente de la Fed, Jerome Powell, que bajase los tipos de interés inmediatamente, lo que en el fondo quería decir es que quiere que la Fed financiera el ingente proceso de inversión e innovación que tiene por delante la economía norteamericana (y la global) para realmente poder crecer en las próximas décadas.
Trump, o el “trumpismo”, ha entendido muy bien que el riesgo mayor para la economía norteamericana y para la global es el crecimiento, y que la inversión en innovación tecnológica (léase Inteligencia Artificial sobre todo) es esencial y no es fácil encontrar los recursos o suficientes para financiarla. Trump desea y espera que la Fed ayude. Trump desea también cambiar el modelo de globalización y de crecimiento, pero este es un tema más amplio, que debemos dejar para futuros comentarios.
Esta semana, además de comprobar si la Fed está o no por la labor, vamos a ver también como van algunas de las compañías más representativas de esa innovación tecnológica que va a cambiar el mundo. Cuatro de las siete magníficas, Apple, Microsoft, Meta Platforms y Tesla publican sus resultados del cuarto trimestre, siendo especialmente interesantes los de Apple, que acumula una caída del 11% desde uno de enero. Hay otras muchas compañías que reportan sus resultados, entre ellas en Europa LVMH, ASML, BBVA, H&M, Sanofi, Roche o Novartis, y además se reúne el Banco Central Europeo el jueves, con expectativas de nueva bajada de tipos.
El mito griego de la edad de oro manejado por Trump en su investidura nos remite a una etapa de la humanidad en la que había riquezas abundantes para todos y reinaba la armonía, sin que ninguna nube amenazase el futuro. Aun siendo optimistas con el futuro, como lo somos, y aun siendo positivos con el impacto del “trumpismo”, que también lo somos, a nuestro juicio lo será/es difícil pensar ese horizonte despejado y azul, sin perturbaciones o inquietudes, vaya a ser el escenario bursátil y económico para el 2025 y los años sucesivos. La “edad de oro” puede ser la tierra prometida, y en nuestra opinión lo es, pero el camino hacia ella no va a ser fácil.
Esperaríamos un fin de mes tranquilo, consolidando los niveles actuales, a la espera de ver si realmente la llamada “edad de oro” es algo más que un recurso retórico y si realmente el “trumpismo” se puede traducir en una nueva etapa de crecimiento global y sostenible.
Juan Carlos Ureta Domingo
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