Opinión 03 octubre 2025

Usar la IA estadounidense definirá quiénes son los aliados de Estados Unidos

Lo que Estados Unidos consiguió en su día con un cuasi-monopolio de sistemas operativos en los ordenadores personales (PC), con Microsoft y Apple, pretende replicarlo en el desarrollo e implantación de la Inteligencia Artificial (IA) a través de distintas empresas americanas.            

Transcurrieron diez años desde que el sistema operativo Windows se creó en 1985, hasta que tuvo una impronta global con Windows 95, lanzado en 1995. La realidad es que desde entonces la cuota de mercado global en sistemas operativos de ordenadores personales ha sido apabullante, superando actualmente el 73% en el caso de Windows de Microsoft y el 14% en el caso de macOS de Apple. Entre estas dos empresas estadounidenses controlan más del 87% de los sistemas operativos en todos los ordenadores personales del mundo. La dependencia de esta tecnología estadounidense ha sido, y es, absoluta, dando a estas empresas americanas un poder y un eventual, aunque siempre negado, acceso a datos sin parangón.

Desde el “Día de la Liberación”, el 2 de abril de este año, cuando Trump dio a conocer los disparatados aranceles que supuestamente se iban a aplicar a los distintos socios comerciales de Estados Unidos, la principal incertidumbre de las relaciones comerciales ha sido, y sigue siendo, el nivel final de los aranceles que se aplicará a los productos de cada país y de cada sector. Aunque haya sido una parte secundaria de las negociaciones comerciales de Estados Unidos con los distintos países, a partir de ahora las autoridades estadounidenses harán un especial hincapié en la utilización de la IA estadounidense por parte de sus aliados.

En el Plan de Acción de la IA Americana”, publicado en julio por la Casa Blanca, se marca como objetivo irrenunciable el establecer la IA americana como el “gold standard” para la IA global, asegurándose de que los aliados de Estados Unidos emplean la tecnología estadounidense.

Estados Unidos tiene claro que quien tenga el mayor ecosistema de IA marcará los estándares globales. Abiertamente, esta es una carrera contra la tecnología China. Estados Unidos debe evitar que sus “adversarios” se aprovechen de la innovación e inversiones americanas, a la vez que impide que sus aliados dependan de la tecnología china.

Para Estados Unidos es fundamental liderar la “diplomacia de la IA”, globalizando el empleo de la tecnología de la Inteligencia Artificial norteamericana entre sus aliados. Con los antecedentes de la forma diplomática de negociar los aranceles, es fácil anticipar cómo actuará Estados Unidos con sus aliados con respecto a la utilización de la IA estadounidense o china. Usar la Inteligencia Artificial estadounidense definirá quiénes pueden ser considerados aliados por parte de Estados Unidos.

El plan mencionado establece que Estados Unidos debe atender la creciente demanda mundial de inteligencia artificial ofreciendo su ecosistema completo de tecnología de IA (hardware, modelos, software, aplicaciones y estándares) a los países que acepten integrarse en su alianza. No responder a esta necesidad sería un error que llevaría a esos países a recurrir a los competidores de Estados Unidos. Difundir y compartir la tecnología estadounidense es clave para evitar que rivales estratégicos conviertan a los aliados de Estados Unidos en dependientes de soluciones de otros países adversarios, principalmente de China.

Estados Unidos desconfía de la influencia china en los organismos internacionales como Naciones Unidas, la OCDE, el G7 y el G20, entre otros, respecto a los marcos propuestos de gobernanza y desarrollo de la Inteligencia Artificial. Entiende que se proponen regulaciones demasiado onerosas y códigos de conducta que van contra los valores estadounidenses. También critica la influencia de las empresas chinas que pretenden crear estándares para el reconocimiento facial y la vigilancia, muy utilizados en la aplicación del sistema de crédito social chino (es un sistema que clasifica la reputación de sus ciudadanos y empresas mediante la recopilación de datos individuales).

El plan de IA de la Casa Blanca insiste en la necesidad de evitar que sus adversarios (léase China) accedan a los mejores semiconductores estadounidenses o de sus aliados. Por ello, se considera que Estados Unidos y sus aliados deben imponer fuertes controles de exportación sobre las tecnologías sensibles.

La argumentación principal para intentar impedir que China y otros adversarios tengan acceso a la última tecnología estadounidense de IA o que se emplee tecnología china es el potencial peligro sobre la seguridad nacional en forma de ciberataques, o de vulnerabilidades de infraestructuras críticas por comportamientos maliciosos en el uso de sistemas de IA.

Adicionalmente, Estados Unidos tiene claro que el uso de la IA en la guerra cibernética será cada vez mayor, tanto para ciberofensivas, como para ciberdefensa. Es una cuestión de seguridad nacional.

Si alguien creía que una vez cerrados los distintos acuerdos comerciales sobre productos, la diplomacia comercial norteamericana se iba a relajar, se equivoca. La guerra comercial “tecnológica” por la exportación de la IA estadounidense en toda su extensión no ha hecho nada más que comenzar. Los países que deseen considerarse aliados de Estados Unidos no tendrán otro remedio que elegir la IA estadounidense en lugar de la china. Lamentablemente, la IA propiamente europea es solo residual.



Artículo escrito por Jesús Sánchez-Quiñones, Consejero-Director General de Renta 4 Banco, en El Economista.




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