Opinión 26 mayo 2025

Trump vuelve a la guerra comercial, mientras los bonos y el dólar acusan la 'Beautiful Bill'

La semana pasada nos preguntábamos si Trump había cambiado de verdad el rumbo de la política económica de sus primeros cien días, un rumbo que los mercados financieros habían recibido con caídas simultáneas de los bonos, el dólar y las bolsas, obligando al nuevo presidente americano a dar marcha atrás de forma acelerada, tras su teatral anuncio de subida universal de aranceles el 2 de abril, el “Día de la Liberación”.

Esa subida generalizada de aranceles, que en el caso de China llegaban, por ejemplo, al 145%, era tan absurda como inviable, y la reacción de los mercados financieros hizo retroceder a Trump. Pero la duda era si realmente ese retroceso significaba o no un cambio de fondo en las políticas de la nueva administración norteamericana.

El propio Trump se encargó de despejar esas dudas el viernes pasado, al amenazar a Europa con aranceles del 50% a partir del uno de junio y a Apple con aranceles del 25% para los iPhones que no fabrique en Estados Unidos, dejando así claro que la solución que propone para arreglar los problemas de la economía norteamericana sigue basándose en los aranceles y en la depreciación del dólar, según la hoja de ruta marcada por su economista jefe, Stephen Miran, en el documento titulado “Una guía para reconfigurar el comercio internacional” ("A Users Guide to Restructuring the Global Trading System"). La reacción a la bajada de las bolsas fue inmediata tras las palabras de Trump, dando lugar a caídas en la sesión de cierre semanal, tanto en las bolsas europeas como en las norteamericanas.

Pero, además de esa vuelta a la guerra comercial, ha habido otra novedad en la semana, tanto o más interesante que la amenaza de nuevos aranceles, y esa novedad es la pomposamente llamada “One Big Beautiful Bill”, es decir, la ley de “reconciliación” presupuestaria, aprobada por escaso margen el jueves por la Cámara de Representantes, y que ahora debe ser aprobada por el Senado. En términos simples, lo que esa ley implica es una fuerte subida de la ya abultada deuda pública norteamericana en varios trillones (americanos, es decir, millones de millones) de dólares en los próximos años y una subida del llamado techo de la deuda de 4 trillones (de nuevo americanos) de dólares.

El efecto combinado de la “Beautiful Bill” y de las nuevas amenazas de Trump ha sido una caída semanal del 2,5% para el Dow Jones, el S&P y el Nasdaq y del 3,5% para el índice de empresas de menor capitalización, el Russell 2000. Esas caídas semanales sitúan ya a los cuatro índices mencionados en números rojos desde el inicio del año, con caídas acumuladas del 2,5% para el Nasdaq, del 2,2% para el Dow Jones, del 1,3% para el S&P y del 8,5% para el Russell 2000. Los índices europeos, pese a las caídas semanales del 1,8% para el Eurostoxx y del 0,6% para el Dax, siguen estando en positivo en el año, con subidas acumuladas desde EL uno de enero de casi el 9% para el Eurostoxx, del 18,7% para el Dax y de más del 20% para nuestro Ibex.

Pero no solo las bolsas han sufrido ese impacto combinado de la vuelta a la guerra de aranceles y de la “Beautiful Bill”, también hemos visto caídas e inquietud en los bonos y en el dólar. El tipo de interés del bono a 30 años y del bono a 20 años del Tesoro americano ha superado el 5% estos últimos días, y el dólar cerró el viernes en 1,1367 dólares por euro, que es verdad que está por debajo del 1,15% que marcó el 21 de abril, pero que supone una enorme subida respecto al nivel del 1,02% a principios de enero, pero que está todavía por debajo del 1,15% del pasado 21 de abril.

Estamos de nuevo ante la desconfianza de los mercados financieros hacia Trump y sus políticas económicas, una desconfianza que el propio Trump alimenta, al jugar muy activa y voluntariamente el papel de “Gran Disruptor”. Trump sacude el árbol y destruye paradigmas que hay que destruir, pero por el momento no está siendo capaz de ofrecer soluciones válidas a los problemas de la economía norteamericana ni mucho menos a los problemas de la economía global. Los aranceles no van a solucionar el problema de la deuda pública norteamericana, porque si son muy elevados nadie exportará a Estados Unidos, y la devaluación del dólar se está mostrando difícil y, además, como ha señalado Kenneth Rogoff, antiguo economista jefe del Fondo Monetario Internacional, culpar al dólar del problemas del déficit comercial norteamericano es un error de concepto.

Las cosas, según Kenneth Rogoff, en su obra “Our dollar, your problem” suceden justo al revés. Es decir, la solución al déficit comercial norteamericano debería venir por ajustar el déficit fiscal, que afecta al balance de ahorro/inversión. Si hay más inversión que ahorro, automáticamente debo financiarlo con deuda y con capitales externos, pero lo idóneo sería ahorrar más y no tener que acudir a esa deuda y a esa financiación exterior. Y si consumo menos puedo reducir también mis importaciones.

La “One Big and Beautiful Bill” nos viene a decir que Trump se ha olvidado ya de su esfuerzo por equilibrar las cuentas públicas. El DOGE de Elon Musk parece haber pasado a mejor vida al irse Musk a sus negocios privados, y la pretensión de reducir deuda soberana a base de cobrar aranceles parece que no se la cree ya ni el propio Trump. En ese contexto, Trump pierde bastante capacidad negociadora y, de hecho, ha tenido que dar ya marcha atrás de su amenaza de aranceles para Europa del 50%, retrasando la puesta en marcha de los mismos desde el 1 de junio que anunció el viernes hasta el 9 de julio que ha anunciado el domingo por la noche justo al abrir los mercados de futuros en Estados Unidos.

Entramos en el mundo de los aranceles en general al 10% y los de China al 30%, y en el mundo de la deuda pública disparada y la pérdida de cualquier noción de disciplina fiscal, tanto en Europa, donde incluso Alemania se entrega a la deuda, como en Estados Unidos, donde Trump abraza la deuda con su “Beautiful Bill”.

Esta semana conoceremos, el miércoles, las actas de la última reunión de la Reserva Federal, donde podremos calibrar la firmeza de la Fed en la defensa de la ortodoxia monetaria, pero, de momento, el bitcoin ha dado ya su opinión, al superar los 110.000 dólares la semana pasada, nada más presentarse el proyecto de ley presupuestaria en la Cámara de Representantes norteamericana. 

En el plano de los resultados empresariales, publica los suyos Nvidia, un valor que hace un año movía él solo la Bolsa y que por ahora este año no ha conseguido ponerse en números negros, pese a la fuerte subida de las cuatro últimas semanas, cercana al 30%. Se publican asimismo los informes de sentimiento de los consumidores, tanto de la Conference Board (martes) como de la Universidad de Michigan (viernes).

Apostaríamos por una semana lateral-bajista, sin fuerza para volver a los máximos (6.150 puntos del S&P), pero sin grandes preocupaciones que le hagan caer a los mínimos de abril (4.800 puntos), salvo escenarios imprevisibles que no cabe descartar, pero que son improbables.

 

Juan Carlos Ureta Domingo
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