Hay muchas lecturas posibles de la tercera semana de abril, una semana en la que el Nasdaq se ha dejado un 5,5%, el S&P un 3%, el Eurostoxx un 0,75% y el Nikkei japonés más de un 6%. Y seguramente todas esas lecturas son acertadas y, además, no son incompatibles. Pero si queremos resumir en una sola idea lo que está pasando en las Bolsas desde que empezó abril, esa idea es que el mercado alcista secular con el que muchos soñaban al finalizar marzo parece alejarse poco a poco.
Las certezas y el optimismo extremo que movían a los índices a marcar un máximo tras otro al finalizar marzo han dado paso a la sensación de incertidumbre y a la subsiguiente cautela, lo que se traduce en tres semanas consecutivas de descensos en los índices europeos y americanos y en seis sesiones consecutivas a la baja del Nasdaq y del S&P, una racha negativa que no se veía desde hace tiempo.
Como decíamos, siempre hay varias lecturas posibles, pero aparentemente el factor que mayor impacto ha tenido esta semana en los mercados ha sido el conflicto entre Irán a Israel, que algunos consideran como la antesala de una escalada global del conflicto. Sin embargo, como decíamos en nuestro anterior comentario, el ataque de Irán parece más un ejercicio de marketing por parte del Gobierno iraní que una entrada real de Irán en la guerra de Gaza. Nuestra primera impresión era que el ataque limitado y sobreanunciado de Irán a Israel la noche del viernes 12 de abril perseguía objetivos básicamente propagandísticos para consumo interno de la población iraní, y esa impresión ha sido ratificada el pasado jueves por la noche con el ataque también limitado que lanzó Israel contra un objetivo menor en la provincia de Isfahán, un ataque al que Irán ya ha anunciado que no responderá.
Entonces ¿por qué las Bolsas han respondido con caídas a esa aparente escalada del conflicto?
La respuesta es que posiblemente los motivos de la caída de las Bolsas son otros. De hecho, el petróleo, que realmente es el activo más sensible a una escalada bélica en Oriente Medio, no sólo no ha subido estos días sino que por el contrario ha caído un 3% en la semana. Y sin embargo, las grandes tecnológicas, que podrían ser en teoría activos refugio, como lo han sido en otros momentos de crisis geopolítica, han recortado en la semana llevando al Nasdaq, como antes decíamos, a perder un 5,5% en la semana.
Nuestra lectura, conectando con la idea que ya avanzábamos la semana pasada y que se ha visto confirmada por la evolución de las Bolsas esta semana, es que las Bolsas han iniciado una revisión a fondo del modelo dominante entre octubre y marzo, para adaptarse a la realidad de una inflación que se resiste a bajar y de unos tipos de interés que según ahora nos dice la Fed, no van a bajar ni tanto ni tan rápido como se pensaba. Se está empezando a revisar ese “mundo perfecto” de fuerte crecimiento y baja inflación y eso es lo está pasando factura a las Bolsa.
En este contexto, las declaraciones de Powell y de varios miembros de la Fed esta última semana han insistido de forma muy rotunda en que no hay prisa por bajar los tipos de interés. Powell dijo el martes que la inflación está tardando más de lo esperado en ir hacia el objetivo del 2% y que la Fed debe esperar a ver más evidencias sobre la inflación para empezar a bajar los tipos. En la misma línea, pero yendo incluso más allá, el jueves el presidente de la Fed de Nueva York, John Williams, sugirió incluso, bien es verdad que en términos puramente hipotéticos, la posibilidad de que la Fed suba los tipos, y ese mismo día Raphael Bostic, presidente de la Fed de Atlanta, afirmó estar muy cómodo con los tipos de interés actuales, dado que el empleo está muy alto, los salarios suben y la economía crece, por lo que vino a decir que no ve por qué bajarlos, una idea en la que han insistido ya muchos miembros de la Fed, añadiendo que no cree que empiecen a bajar hasta finales del año.
Eso conecta con el crecimiento y con las nuevas proyecciones sobre el crecimiento global dadas por el FMI en su reunión de primavera. El martes el FMI alertaba de que el crecimiento mundial será el más bajo en décadas y de que prevé un final de la década muy por debajo del promedio histórico, que es del 3,8%. El FMI prevé que al final de la década el crecimiento baje del 3% y mantiene la previsión de crecimiento para el 2024 y 2025 estancada en el 3,2%. Descarta, por tanto, una recesión, pero prevé un deterioro a medio y largo plazo, llegando a afirmar el director Financiero del FMI Tobias Adrian que “la situación económica global es preocupante”.
En la misma línea, China publicó el martes el PIB del primer trimestre, que fue del 5,3%, por tanto, bueno; pero la producción industrial creció sólo el 4,5% y las ventas minoristas subieron sólo un 3,1%, en ambos casos muy por debajo de las estimaciones del mercado.
Todo esto está moviendo a las Bolsas, a nuestro juicio, a hacer una reflexión y a buscar nuevas valoraciones más realistas, adaptadas al nuevo entorno. Y eso es lo que afecta especialmente a las compañías en las que las expectativas se habían disparado de forma muy excesiva, en base a ese mundo feliz futuro. El pasado viernes, en la sesión de cierre semanal, los dos valores del S&P que más cayeron fueron Nvidia y Super Micro Computers (SMC), compañías que suben, respectivamente, el 54% y el 151% desde el uno de enero y que han caído la semana pasada un 13,6% (Nvidia) y un 20,6% (SMC). Por no hablar de Netflix, que se dejó un 9% el viernes tras unos resultados que fueron buenos, al estimar sus ingresos del segundo trimestre algo por debajo de la cifra de los analistas y al anunciar que no informará de forma regular sobre la evolución de suscriptores.
Sin embargo, otros valores y, sobre todo, los vinculados al consumo, aguantan muy bien. El mismo viernes vimos a American Express subir un 6,2% y a L’Oreal subir un 5%. Este buen comportamiento de los valores de consumo se suma a una nueva tesis que va ganando terreno en Wall Street, a saber, que la subida de los tipos de interés no es tan mala para el crecimiento porque permite a los ahorradores mayores ingresos y porque el sector privado se ha desendeudado mucho y ha tomado hipotecas a tipo fijo, lo que hace que le afecten menos las subidas de tipos.
Nuestra conclusión, más allá de esas discusiones, es que no hay que buscar las explicaciones a la actual corrección de las Bolsas en noticias económicas o en noticias geopolíticas, sino más bien en una reflexión y autoanálisis interno de las propias Bolsas tras los excesos del primer trimestre. Las Bolsas se están cuestionando si no habían ido demasiado lejos con las subidas, y la respuesta es que sí habían ido demasiado lejos, sobre todo, en ciertos valores como los mencionados, por no hablar de otros de peor calidad, como Trump Media, que en pocos días se ha desplomado tras su fulgurante salida a Bolsa.
La próxima semana, además de la reunión del Banco de Japón, de la que poco o nada cabe esperar, publican algunas grandes tecnológicas como Microsoft, Alphabet o Meta, y también compañías vinculadas al consumo como Visa y Colgate, o a la energía como Exxon y Chevron o a la defensa como Lockheed Martin y Airbus. Además, se publica el PIB americano del primer trimestre el jueves y el deflactor de gastos personales (PCE deflator) el viernes, junto a la lectura final del sentimiento del consumidor medido por la Universidad de Michigan.
Son muchos datos y muy relevantes, que sin duda ayudarán a la reflexión de las Bolsas y permitirán ver si esa corrección del S&P que ya supera el 5% puede llegar al 10%. Nuestra apuesta a riesgo de equivocarnos será la de una semana final de abril más bien tranquila.
Juan Carlos Ureta Domingo
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