Opinión

Las tecnológicas, la Fed y el juego de la confianza

La nueva economía post Covid empieza a enseñar su verdadera cara, con consecuencias muy desiguales para las empresas, en función de cómo hayan sabido adaptarse a lo que viene, es decir, a una economía de muy bajo crecimiento y de muy alta transformación, en un entorno monetario de tipos normalizados. El contraste que hemos visto estos últimos días entre la fortaleza de Apple y la debilidad de los atribulados Bancos regionales americanos, que luchan por sobrevivir, es una buena muestra de lo anterior, en una semana en la que las variaciones de los índices han sido muy suaves (Eurostoxx -0,4% en la semana, S&P -0,8%, Nasdaq +0,07%, Dow Jones -1,2%), pero que nos deja muchos y muy interesantes mensajes.

La semana se ha movido en varios escenarios, todos ellos, como decíamos, súper interesantes, y en cierta forma conectados.

El primero es el de la crisis de los Bancos regionales americanos, una crisis que Jamie Dimon, presidente de JP Morgan, daba por casi terminada el pasado lunes, tras adquirir JP Morgan los activos del First Republic Bank, pero que ha seguido evolucionando a lo largo de la semana, esta vez centrada sobre todo en dos entidades, Pacwest y Western Alliance. Al final Pacwest se ha dejado en las últimas cinco sesiones un 43% de su capitalización y Western Alliance un 27%, tras un desplome en toda regla, que sólo fue parcialmente aliviado por la subida en la sesión de cierre semanal del viernes de un 81,7% en el caso de PacWest y de un 49% en el caso de Western Alliance. El rebote del viernes fue propiciado por un informe de JP Morgan subiendo la recomendación a tres Bancos regionales, en concreto el ya mencionado Western Alliance, Comerica y Zions Bank.

Es difícil pronosticar si la crisis de la banca regional americana está, como dice Jamie Dimon, prácticamente acabada o si vamos a ver nuevos casos. Lo que pase los próximos días con PacWest y Western Alliance puede ser determinante, y desde esta perspectiva sería muy malo que estas dos entidades sigan el mismo camino de Silicon Valley Bank o First Republic. Esperemos que el fuerte rebote de los Bancos regionales el viernes marque de verdad el final de la crisis o al menos de la fase aguda de la crisis, porque lo que está finalmente en juego es la confianza en el conjunto de la banca, y un efecto dominó sería mortal para la confianza.

El segundo escenario en el que se han movido las Bolsas esta semana ha sido el de los Bancos Centrales. Como se esperaba, tanto la Fed como el BCE han subido los tipos un cuarto de punto, pero a diferencia de la Fed, el BCE ha descartado que vaya a hacer una pausa en las subidas de tipos en las próximas reuniones. Jerome Powell dijo, literalmente, que “podemos no estar lejos” del nivel de restricción monetaria necesario para bajar la inflación, mientras que Christine Lagarde dejó claro que la pausa no está sobre la mesa. La sensación es que, al margen de los discursos oficiales, tanto la Fed como el BCE se mueven en un terreno desconocido y tratan de ser cautelosos, subiendo sólo un cuarto de punto, y dando mensajes ambiguos, al no tener ideas claras sobre lo que va a pasar.

Siendo esto así, los datos que vayan saliendo son fundamentales y lo cierto es que el informe de empleo americano de abril publicado el pasado viernes es bastante demoledor para la Fed, al haber bajado la tasa de paro en Estados Unidos al 3,4%, el menor nivel desde 1969, tras una creación de puestos de trabajo en abril (253.000) muy superior a lo que esperaba el consenso (180.000). La subida de salarios por hora fue del 0,5% en el mes, y del 4,4% anualizado, en ambos casos muy por encima de las estimaciones. Habrá que ver los datos de inflación que se publican esta semana en Estados Unidos, el miércoles el IPC general y subyacente y el jueves el índice de precios de producción (PPI), pero el anticipo que hizo el pasado martes Eurostat sobre el IPC armonizado en la eurozona en abril (subida de hasta el 7 por ciento en tasa interanual, una décima más que en marzo, truncando así cinco meses consecutivos de descensos) no augura nada bueno. Si esta impresión se confirma, el trabajo de la Fed se va a complicar, sin duda.

Un tercer escenario de las Bolsas esta semana ha sido el de las grandes tecnológicas, en esta ocasión con la presentación de resultados de la más grande de todas por valor bursátil, Apple. Los números y las proyecciones presentados el pasado jueves tras el cierre de los mercados, gustaron mucho a los inversores, como es lógico tras haber presentado Tim Cook unos ingresos por servicios que son récord histórico y, asimismo, ventas récord del iPhone en el trimestre. Apple subió un 4,7% el viernes y fue uno de los motores de la excelente sesión de cierre semanal, siendo los otros dos el ya mencionado informe de empleo americano de abril y el también informe de JP Morgan sobre bancos regionales.

El cuarto escenario es el energético, que conecta con el crecimiento económico esperado. El petróleo lleva tres semanas consecutivas cayendo, descontando probablemente la tan anunciada recesión, o al menos una desaceleración económica prolongada. El viernes, los futuros del crudo ligero (WTI) cerraron en 71,3 dólares y los del Brent en 75,3 dólares, muy lejos de los 83 y 87 dólares, respectivamente, de mediados de abril. Hay que tener en cuenta que la caída se ha producido después de que la OPEP y otros productores acordasen por sorpresa el domingo 2 de abril un recorte de producción, que en un principio hizo subir los precios. El índice sectorial de petróleo y gas del S&P ha caído un 6% la última semana, y el del Eurostoxx un 2,3%, y ello a pesar de los buenos resultados de las petroleras.

Parecería así que la energía descuenta una recesión, pero los datos de desempleo, que están en mínimos históricos tanto en Estados Unidos (3,4%) como en la zona euro (6,5%), desmienten esa eventual contracción. Habrá que ver qué nos dice el informe de confianza del consumidor americano de abril que publica el próximo viernes la Universidad de Michigan.

Habría un quinto escenario que empieza a preocupar, que es el del techo de la deuda americana. El pasado lunes Janet Yellen avisó al Congreso americano de que el límite para aprobar un nuevo techo de deuda es el 1 de junio, fecha en la que el Gobierno se quedará sin fondos, pero las posiciones siguen muy enfrentadas y todo indica que habrá suspense hasta el final.

Aunque la Fed y el BCE quieran desvincular el endurecimiento monetario de la estabilidad financiera, y aunque Powell diga, como dijo el pasado miércoles, que el sistema bancario es fuerte y resistente, lo cierto es que en algún momento la lucha contra la inflación puede poner en riesgo la estabilidad financiera y económica. La economía es hoy, más que nunca, un juego de confianza, y por el momento la Fed y el BCE han sabido mantener la confianza en niveles muy altos a pesar de las subidas de tipos y de los problemas en el sector bancario. Pero en algún momento, que podría no ser muy lejano, la desconfianza puede hacer acto de presencia, y los Bancos Centrales tal vez tengan que optar entre seguir subiendo tipos, si la inflación no cede, o permitir niveles más altos de inflación, para que la economía no se contraiga demasiado.

En ese escenario tan exigente, en el que haya o no recesión, hay que dar por sentado un cierto enfriamiento económico y unas condiciones monetarias mucho más exigentes. Las consecuencias para las empresas son, como decíamos al principio del comentario, muy dispares, porque no todas han hecho los deberes por igual, y eso es algo que se irá notando cada vez más en las cotizaciones.

A corto plazo seguimos viendo una suave tendencia lateral bajista en la segunda semana de mayo, mientras se va despejando la niebla y hasta que podamos ver con mayor claridad los problemas a los que nos enfrentamos en el medio plazo. 



Juan Carlos Ureta Domingo
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