El pasado jueves, el vicepresidente norteamericano J. D. Vance lanzaba un duro ataque a las élites políticas europeas reunidas en la Conferencia de Seguridad celebrada en Múnich, asegurando que la mayor amenaza que enfrenta el continente no proviene de Rusia y China, sino que viene "de dentro". Esas palabras, y su crítica al modo de hacer las cosas en el Viejo Continente, han provocado la indignación de los dirigentes que le escuchaban y el rechazo generalizado de los medios de opinión europeos, que han considerado las palabras de Vance como muy ofensivas por ser un ataque a la democracia europea y una intromisión en asuntos internos.
No deja de ser curioso que el mismo día en el que J. D. Vance pronunciaba esas palabras en Múnich, el Dax alemán y el Eurostoxx marcasen nuevos máximos históricos de todos los tiempos, haciendo caso omiso de las aparentes amenazas que para la economía europea supone, según los dirigentes políticos, la llegada de Trump a la Casa Blanca.
Y más curioso aún es que el sábado Mario Draghi publicase en Financial Times un artículo en el que, casi con las mismas palabras de J. D. Vance, decía que Europa tiene el problema dentro y no fuera, y afirmaba, citando un informe del Fondo Monetario Internacional, que las barreras internas al comercio entre países comunitarios equivalen de facto a unos “aranceles” del 45% en manufacturas y del 110% en servicios. Decía también Draghi que la excesiva regulación ha obstaculizado la innovación y ha perjudicado enormemente la transición digital en Europa, poniendo como ejemplo el muy pernicioso efecto del Reglamento Europeo de Protección de Datos.
Los líderes políticos y la opinión pública europea, sin embargo, no comparten al parecer esa opinión y piensan que el problema de Europa es Trump, negándose a hacer cualquier mínima autocrítica. La revista The Economist iba incluso más allá hace un año, en noviembre de 2023, al publicar en su portada un perfil de Trump calificando la entonces posible (ahora cierta) llegada de Trump al poder como la principal amenaza para la economía global en el 2024 (the biggest danger to the world in 2024), olvidando tal vez que Trump fue ya presidente entre 2017 y 2021 y su primer mandato no fue el fin del mundo, aunque tampoco fue la gran reactivación o “reflación” de la economía norteamericana que Trump había prometido.
Pero ¿es realmente Trump una amenaza para Europa o para el mundo? Las Bolsas europeas claramente opinan que no, y por eso han saludado la llegada de Trump con sucesivos máximos históricos, los últimos, como antes decíamos, el viernes pasado, el mismo día en el que Vance pronunciaba su discurso en Múnich. Con esas alzas, las Bolsas se han instalado en la tesis del “superciclo”, descontando que Trump va a ser más bueno que malo para la economía, y que la economía y las Bolsas inician, como dijo Trump en su discurso inaugural, una nueva “edad de oro”.
Pero ¿es realista pensar en una nueva “edad de oro” y en un “superciclo” bursátil que estaría empezando precisamente ahora, tras dos subidas consecutivas de más del 20% del S&P en 2023 y 2024? ¿No hemos vivido ya ese superciclo en los dos últimos años? ¿Hay razones de fondo para pensar que las Bolsas europeas seguirán subiendo tras haber subido en tan solo mes y medio un 12% el Eurostoxx y el Ibex, un 13% el Dax y un 11% el Cac francés y el Mib italiano? Aun a riesgo de equivocarnos, nuestra opinión sería que no. Es posible que si se confirma el final de la guerra de Ucrania haya alguna subida adicional para celebrarlo, pero más allá de ese rally de celebración, la puesta en marcha del “trumpismo” va a traer consigo problemas de ejecución no pequeños, que penalizarán a las Bolsas incluso si pensamos, como es nuestro caso, que el movimiento pendular que Trump representa, va a ser finalmente muy positivo para la economía global y para la europea.
Mantener el ritmo alcista va a ser difícil para las Bolsas europeas, y un buen ejemplo puede ser el sector bancario europeo. Santander sube un 29,7% desde el uno de enero, BBVA sube un 27,5%, Unicredit un 21,6%, BNP un 18,1%, por no hablar de Banco Sabadell, que sube un 33,2% en el último mes y medio. Es cierto que los bancos venían de valoraciones muy bajas y que después de las subidas cotizan con multiplicadores todavía atractivos, entre siete y ocho veces beneficios, pero es muy dudoso que con una economía europea estancada y en un entorno de tipos de interés a la baja, los grandes bancos comerciales tradicionales puedan mantener sus niveles de beneficios. Los inversores están descontando un futuro perfecto para los beneficios de los bancos europeos y de las empresas en general, pero puede pasar lo que ha pasado con las megatecnológicas: que los beneficios sean buenos, pero no tan buenos como está descontando el mercado, y las cotizaciones corrijan.
Si miramos los datos macro vemos también algunas sombras que hacen difícil mantener el “momentum” alcista tan extraordinario que han tenido las Bolsas en este inicio del 2025. El pasado miércoles supimos que la inflación americana ha subido un 0,5% en enero, muy por encima de la previsión del 0,3%, situando en el 3% la inflación anualizada. Recordemos que en la zona euro la inflación también ha subido en enero hasta el 2,5%, encadenando cuatro meses consecutivos de subidas desde el 1,7% de enero. Esos datos de inflación estuvieron seguramente en la cabeza del presidente de la Fed, Jerome Powell, cuando el martes y miércoles pasados afirmó ante el Senado y ante la Camara de Representantes que la Fed no tiene prisa por bajar los tipos. Pero los inversores piensan que el llamado deflactor de gastos personales (PCE deflator) que se publica el 28 de febrero y que es el indicador de inflación que realmente sigue la Fed, va a ser bueno.
En definitiva, las Bolsas, sobre todo las europeas, están muy positivas y siguen celebrando el “trumpismo” pese a la mala opinión que los políticos y la opinión pública europeos tienen de todo lo que suene a Trump. En ese contexto, lanzar un mensaje de prudencia puede parecer, y lo es, un poco temerario, sobre todo estando a las puertas de una posible paz en Ucrania y en Gaza, que serían muy bien recibidas por las Bolsas. Las Bolsas están llenas de fuerza y parecería que no hay limite a las subidas, al revés, el previsible fin de la guerra de Ucrania y la paz en Oriente Medio debería traer nuevas alzas. Además, los tipos de interés de los bonos largos no se han visto impactados por los malos datos de la inflación y el tipo del bono del Tesoro americano a diez años (T bond) cerró el viernes pasado en 4,478% a pesar de que el miércoles, tras publicarse el IPC americano de enero, subió hasta el 4,65%. Parecería que nada puede con las Bolsas.
Pero tras ocho semanas de alzas en las Bolsas europeas, y tras una semana en la que el Eurostoxx y el Dax han subido más de un 3% en la semana y el Nasdaq ha subido un 2,6% y el S&P un 1,5%, hay una gran sobrecompra en el mercado y, además excesiva euforia, y una llamada a la cautela es más necesaria que nunca en estos momentos. Las espectaculares subidas en este último mes de los bancos europeos, antes citadas, o la no menos espectacular evolución de valores de la Bolsa americana como Palantir, que cotiza a un PER de 630 (seiscientas treinta) veces sus beneficios, tras haber ganado un 80% en las últimas cuatro semanas, son una buena muestra de esa situación de sobrecompra.
Esta semana hay algunos datos macro, como el PIB japonés del cuarto trimestre, los PMI preliminares de febrero o el informe de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan, el viernes, y hay también algunos resultados interesantes como los del gigante de la distribución WalMart, que ha subido un 15% en lo que va de año y un 85% en los últimos doce meses, y que siempre sirve como termómetro para medir el estado de ánimo de los consumidores norteamericanos, o Booking. Se publican también las actas de la última reunión de la Fed, que confirmarán que, como dijo Powell al Senado, no hay prisa en bajar tipos.
Es verdaderamente llamativo el “rally” de las Bolsas europeas y también, aunque más comprensible, el de las norteamericanas y, salvo que se cierre el acuerdo de paz en Ucrania, pensaríamos más bien en una semana tranquila o incluso con ligeros recortes.
Juan Carlos Ureta Domingo
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