Opinión 30 mayo 2025

La IA, los aranceles y China como peligroso adversario

Algunas declaraciones de colaboradores de Trump aportan luz sobre el objetivo último de la tormenta arancelaria provocada por Trump. Recientemente, Doug Burgum, secretario del Interior del gobierno de Trump, avisaba que quien controle la Inteligencia Artificial (IA) controlará el mundo. Este mensaje está muy presente en las negociaciones bilaterales entabladas por la administración Trump con decenas de países.

Por otro lado, durante los últimos nueve meses se han descubierto módulos de comunicación “no declarados” en diversos bienes de fabricación china como paneles solares, baterías, cargadores de vehículos eléctricos, climatizadores y anteriormente grúas utilizadas en los puertos americanos. Estos módulos no declarados potencialmente podrían desestabilizar la infraestructura energética de Estados Unidos y afectar a otras infraestructuras críticas.

The New York Sun: "Se sospecha que China ha instalado interruptores de apagado y software espía en el suministro global de inversores solares".

Con los dos hechos mencionados en los párrafos anteriores se entiende mucho mejor el trasfondo de las múltiples negociaciones bilaterales, en las que los aranceles solo son una parte de las conversaciones. No cabe duda de que el gran adversario de Estados Unidos es China. Así, uno de los objetivos principales de las negociaciones es excluir a China de las cadenas de suministros de aquellos productos que acaben siendo exportados a Estados Unidos.

Tras el acuerdo comercial firmado entre EE.UU. y Reino Unido, China criticó duramente que se excluyeran a los productos chinos de las cadenas de producción. El argumento para aplicar esta medida es la introducción de estrictos requerimientos de seguridad, especialmente en la industria farmacéutica y en la industria del acero.

Con posterioridad a estas quejas del gobierno chino, el gigante asiático ha amenazado con represalias a los países que están negociando aranceles con EE.UU. que hagan concesiones a los estadounidenses en detrimento de China. Países como Malasia y Singapur manifiestan que cada vez les es más complicado mantener la neutralidad. Se encuentran entre la espada y la pared. Ni siquiera EE.UU. se puede desligar completamente de los productos chinos. Menos podrán hacerlo otras economías de menor dimensión.

Además de intentar excluir a China de las cadenas de suministros de los productos importados por Estados Unidos, el compromiso del uso de la tecnología de EE.UU. en lugar de la tecnología china es otro de los puntos clave en las negociaciones. En 2024 los operadores de telecomunicaciones de Alemania se comprometieron, a instancias del gobierno, a excluir a las compañías chinas HUAWEI y ZTE de sus redes móviles 5G, alegando motivos de seguridad nacional y soberanía tecnológica. 

Lo mismo que Estados Unidos domina los sistemas operativos de los ordenadores a nivel global a través de WINDOWS de Microsoft (71% de cuota mundial), EE.UU. pretende replicar el dominio de las herramientas de IA a nivel global, en clara competencia con China.

Ya bajo la presidencia de Biden se prohibió la venta a China de determinados semiconductores avanzados necesarios para el desarrollo de la IA. Los acuerdos multimillonarios de inversiones de Arabia Saudita, Catar y EAU en IA y en Centros de Datos (Data Center) en EE.UU. van encaminados en la misma dirección. Estos países realizarán cuantiosas inversiones en estos campos en EE.UU. y, en consecuencia, serán usuarios y beneficiarios de la IA “controlada por Estados Unidos”.

Para poder disponer de una potente industria de IA es fundamental contar con energía barata. Los Centros de Datos requieren grandes cantidades de energía. Un Centro de Datos necesita tanta energía como 10 ciudades como Denver. No en vano, una de las piedras angulares del programa económico presentado por el secretario del Tesoro, Bessent, es tener el precio de la energía más barato entre los países industriales.

De acuerdo con Doug Burgum, secretario del Interior, “un Centro de Datos es una fábrica de inteligencia. Quien controle la fábrica de inteligencia controlará el mundo”. No es una opinión única. El exCEO de Google, Eric Schmidt, incluso avisa de los peligros geopolíticos en esta guerra por la supremacía en la inteligencia artificial. Según él, si una de las grandes potencias percibe que se está quedando atrás en la carrera de la IA, hará cualquier cosa para impedirlo: intentando robar el código (recordemos las acusaciones a DeepSeek en su lanzamiento); o saboteando o incluso atacando de forma preventiva los centros de datos. 

El principal adversario (enemigo) de EE.UU. es China. Estados Unidos entiende que debe protegerse ante un eventual futuro conflicto con China. Cualquier dependencia tecnológica o la existencia de módulos de comunicaciones no informados en componentes de infraestructuras críticas es un riesgo. La desconfianza entre los dos países es evidente.

Cuando Alemania anunció la exclusión de los proveedores chinos de su red de 5G, a materializarse en cinco años, argumentó que se trata de una infraestructura crítica sometida a riesgos potenciales de espionaje o sabotaje. El gobierno alemán mencionaba que “la seguridad y soberanía” del país en dicho ámbito era una prioridad absoluta. Esta noticia pasó muy desapercibida, pero es un antecedente de lo pretende conseguir EE.UU., priorizando su seguridad y soberanía.

Por ello, en las múltiples negociaciones bilaterales inicialmente para tratar de aranceles, se pretende excluir a China de las cadenas de suministros, fomentar la producción en Estados Unidos o en países aliados (on-shoring y friend-shoring) e, igualmente, pretende asegurarse que la tecnología y la IA que utilicen los distintos países sea de origen estadounidense, y no chino.

Los aranceles solo son la excusa, no el fondo de las negociaciones. 

 

Artículo escrito por Jesús Sánchez-Quiñones, Consejero-Director General de Renta 4 Banco, en El Economista.

 

Jesús Sánchez-Quiñones González
Tel: 91 398 48 05 Email: clientes@renta4.es


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