Con subidas semanales de más del 4% para el S&P y el Nasdaq, y del 3% para el Eurostoxx y el Dow Jones, la última semana de julio ha puesto un buen broche final a un mes de julio que, contra todo pronóstico, se ha convertido de lejos en el mejor mes del año en lo que a las Bolsas se refiere.
En concreto, el Nasdaq ha subido un 12,3% en julio, el S&P un 9,1%, el Eurostoxx un 7,3%, el Dow Jones un 6,7% y el Nikkei un 7,1%. Lamentablemente, nuestro Ibex se ha quedado fuera de esas espectaculares subidas, logrando solo un modesto avance del 0,7% en el mes, y peor ha sido el caso de las Bolsas rusa o china, que han sufrido pérdidas importantes en julio. No es difícil ver la interferencia política en todos estos casos de comportamientos negativos de las Bolsas en julio, habiendo sido muy mal recibidos, en el caso español, los nuevos impuestos que se pretenden imponer a banca y eléctricas.
Pero lo más interesante de julio no han sido las subidas de las Bolsas, aunque es verdad que esas subidas han permitido a los inversores un respiro alejándolos de los escenarios catastrofistas, casi distópicos, que dominaban la escena de los mercados al finalizar el primer semestre.
Lo interesante de verdad son los mensajes y las señales que, a lo largo de julio, hemos ido recibiendo tanto de los Bancos Centrales como de las Bolsas, los mercados de bonos y otros mercados como los de materias primas y energía. Es cierto que esos mensajes no son siempre claros y que su interpretación incorpora necesariamente elementos subjetivos, pero en todo caso julio ha sido un mes rico en contenidos y que nos deja mucha materia para analizar y tratar de averiguar cómo van a ir las cosas en la segunda parte del año.
En primer lugar, está la caída espectacular de los tipos de interés en los mercados de bonos. Esta última semana, los tipos de los bonos del Tesoro americanos y europeos han seguido bajando en todos los plazos, pero especialmente en plazos largos. El T bond americano a diez años cerró el viernes en el 2,75% y el Bund alemán en 0,84%, pero llegó a estar el jueves en 0,80%. Recordemos que en la segunda quincena de junio el tipo del T bond llegó al 3,48% y el del Bund al 1,76%, por tanto, la caída en poco más de un mes es impresionante y mostraría más bien poca preocupación por la inflación a medio plazo.
Esta evolución del mercado de bonos conecta con el segundo mensaje que nos deja julio, que es el de que, probablemente, la normalización monetaria o, dicho en lenguaje llano, la subida de tipos de interés por parte de los Bancos Centrales va a ser algo más limitada de lo que la Fed había anunciado. La propia Fed, por boca de su presidente Jay Powell, dejó muy clara esta idea al decir en la rueda de prensa del pasado miércoles que la Fed será datadependiente y que no es descartable que haya que ralentizar las subidas de tipos si la economía pierde fuerza. Las Bolsas festejaron el mensaje.
Una tercera reflexión que nos deja julio es la de si el escenario de altísima inflación que vivimos es compatible con una contracción económica como la que parece que se avecina, si nos atenemos a algunos indicadores adelantados. El mercado de materias primas, por ejemplo, ha tenido unas semanas bastante bajistas, aunque es verdad que la última semana de julio casi todas las materias primas han subido con mucha fuerza (el cobre, por ejemplo, ha subido un 6,5% en la semana, el petróleo WTI un 4% y el trigo un 6,4%). Si miramos el consumo, el pasado lunes la mayor cadena minorista de Estados Unidos, Walmart, hizo un “profit warning” para la segunda mitad del año diciendo que la inflación está mermando el apetito comprador de los consumidores norteamericanos. En la misma línea, el pasado jueves supimos que la economía alemana se ha estancado en el segundo trimestre y que el PIB de EE.UU. se ha contraído por segundo trimestre consecutivo, entrando en recesión técnica al caer el PIB un 0,9% en términos anualizados. Aunque es verdad que el concepto europeo de recesión técnica es muy discutible, lo cierto es que el FMI prevé que en el 2023 la mayor economía del mundo solo crezca un 1%, algo que no es recesión, pero se le parece bastante. En definitiva, es difícil pensar en una inflación alta en una economía al ralentí.
Una cuarta lectura del mes de julio, a nivel bursátil, es la vuelta de las tecnológicas. El sector tecnológico se disparó al alza tras la aparición del Covid porque la mayor parte de la generosa liquidez (12 trillones de dólares americanos) que inyectaron los Bancos Centrales se fue a las compañías que parecían claras ganadoras en la sociedad posdigital del teletrabajo y de los confinamientos. Luego ha venido el pinchazo de esa burbuja y ahora hay señales que parecerían indicarnos que las tecnológicas empiezan a tocar suelo. Un ejemplo ha sido Netflix, y esta semana hemos visto cómo Apple, Amazon, Alphabet y Microsoft presentaban buenas cifras y subían con fuerza, sobre todo Amazon y Alphabet. La excepción ha sido Meta Platforms (la antigua Facebook), cuyas cifras han decepcionado y cuyo modelo de negocio está sometido a debate, y también ha habido otras excepciones como Intel, pero, en general, las tecnológicas han vuelto, como lo demuestra que el Nasdaq haya subido un 12,3% en julio, bastante más que el 9,1% del S&P o que el 7,3% del Eurostoxx.
Si metemos todo lo anterior en la coctelera, surgen algunas preguntas. La subida de julio ¿es un rally en un mercado bajista (bear market) o es el inicio de un nuevo mercado alcista (bull market)? ¿Puede haber nuevos máximos históricos y rally bursátil duradero en medio de una recesión a la que seguirá un crecimiento económico mediocre?
La respuesta depende mucho de cómo sea la recesión y de cómo se refleje la recesión en los resultados empresariales. Y, de nuevo, para tratar de adivinarlo es mejor no extrapolar experiencias pasadas.
Por eso, si tratamos de hacer una lectura que sea coherente de las cosas que han pasado en julio, hay que intentar hacerlo con una mirada no convencional porque estamos en un mundo diferente, posdigital, y en una economía que funciona a otra velocidad y de una forma algo distinta. Y también los mercados financieros y las Bolsas funcionan de forma algo diferente.
La lectura, que a nuestro juicio están confirmando los resultados del segundo trimestre, es que probablemente a nivel de índices no cabe esperar un gran mercado alcista, pero que a nivel de compañías y valores concretos selectivamente se va a crear un gran valor, y, por tanto, hay que buscar el retorno en la selección de activos más que en la evolución de los índices. Es el mundo “alfa” y no el mundo “beta” que ha dominado los últimos años. Vamos hacia un mundo en “K” también en las Bolsas y en las inversiones, y esa es probablemente la lectura más coherente de todo lo que ha pasado en julio.
Entramos en agosto, un mes tradicionalmente volátil, en el que se han visto algunas de las mayores bajadas, pero también algunas de las mayores subidas de la historia, con una semana llena de resultados empresariales y con algunos datos macro importantes como los ISM de manufacturas y de servicios de EE.UU. y, sobre todo, el informe de empleo de la economía norteamericana en junio.
Apostaríamos por una semana de transición, con pocos movimientos.
Juan Carlos Ureta Domingo
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