Decíamos al finalizar nuestro anterior comentario que la abundante liquidez del sistema podía dar lugar a un nuevo episodio de pánico alcista por miedo a quedarse fuera de la subida (FOMO) y, efectivamente, ese episodio se produjo el miércoles pasado tras publicarse el IPC norteamericano de abril, que era, sin duda, el dato más esperado de la semana.
El dato no fue realmente tan extraordinario, la inflación de abril subió un 0,3% en lugar del 0,4% esperado y en términos anuales se quedó en el 3,4%, en línea con las estimaciones, mientras que la inflación subyacente fue del 3,6% en términos anualizados, un registro no precisamente cercano al objetivo del 2%. Pero la ligera relajación de la inflación desencadenó de inmediato una reacción alcista que acabó con subidas importantes para los tres grandes índices al cierre de la sesión (S&P +1,17% en el día, Nasdaq +1,4%, Dow Jones +0,88%) al interpretar los inversores que puede animar a la Fed a bajar los tipos antes de lo esperado y con mayor ritmo que el previsto.
La noticia, publicada el mismo miércoles, de que las ventas minoristas de abril en Estados Unidos habían quedado planas en el mes, siendo así que se esperaba una subida mensual de un 0,4%, animó aún más a las Bolsas, al reforzar la idea de que la Fed podría acelerar las bajadas de tipos a la vista de la debilidad que empiezan a mostrar en EE. UU. tanto el consumo como el empleo. Recordemos que en abril solo se crearon 175 mil puestos de trabajo, y que en los últimos meses hay un claro deterioro de los indicadores de confianza del consumidor de la Conference Board y de la Universidad de Michigan.
Esas noticias y diversos resultados trimestrales de empresas, como los de WalMart y los de Home Depot, que básicamente han sido buenos, aunque no extraordinarios, han llevado de nuevo a los índices americanos a máximos históricos de todos los tiempos, con subidas semanales del 2,1% para el Nasdaq, del 1,5% para el S&P, y del 1,2% para el Dow Jones. En concreto, el Dow Jones cerró el pasado viernes por primera vez en la historia por encima de los 40.000 puntos tras cinco semanas consecutivas de subidas y el S&P alcanzó su máximo histórico de todos los tiempos el jueves en 5.325,49 puntos. Las Bolsas europeas no han tenido el mismo comportamiento (Eurostoxx -0,4%) salvo el Mib italiano (+2,1% en la semana) y nuestro Ibex, que ha subido un 2% en la semana impulsado por valores como Ferrovial, Colonial o Amadeus.
Como decíamos, el giro alcista llegó el miércoles pasado en los mercados americanos, basándose en esas dos noticias que comentábamos antes, una inflación ligeramente más moderada y unas ventas minoristas estancadas en abril. Esas dos noticias se leyeron de la forma más positiva posible, alimentando la idea de que protagonizaron un intento de escape alcista, alimentando la idea de la deseada vuelta a las políticas monetarias ultraexpansivas, y alimentando a la vez el FOMO, el miedo a quedarse fuera de la subida que, según algunos, van a iniciar las Bolsas. De alguna manera, aunque ya sabemos que no es lo mismo, el "revival" de los "meme stocks" la semana pasada con la subida y desplome de Gamestop, fue una muestra más de que puede suceder cuando sigue habiendo mucha liquidez en el sistema, y lo que puede suceder y normalmente sucede es que el dinero abundante y barato se utiliza mal.
Los inversores parecen fijarse solo en el ángulo monetario olvidando completamente el del crecimiento y desde ese ángulo monetario las malas noticias (debilidad del consumo, debilidad del empleo...) son buenas noticias. Pero tal vez hay algo más, y ese algo más es que los mercados piensan que la actual expansión fiscal del gasto público se transformará finalmente en una fuerte expansión monetaria y, por tanto, en mucho más dinero en el sistema. Es decir, parecen estar convencidos de que al final a la Fed y los restantes Bancos Centrales no van a tener más remedio que financiar a unos gobiernos que no dejan de gastar y de incrementar sus compromisos de gastos futuros.
Las previsiones del propio gobierno americano indican que su déficit público difícilmente bajará del 5% en los próximos diez años y, por tanto, la ya muy elevada deuda pública norteamericana, 34,7 trillones (billones americanos) en estos momentos, seguirá creciendo, sin que esté muy claro quién va a suscribirla. China ha ido a la baja como tenedor de bonos del Tesoro norteamericano y Japón también y, por tanto, de forma directa o indirecta. No es extraño que Nassim Taleb, el afamado autor de El Cisne Negro, dijese hace poco que la deuda pública norteamericana (podríamos extenderlo a la europea) es un “cisne” que puede estallar, es decir, es una gran amenaza para la economía y los mercados, pero que no es un cisne negro sino más bien un cisne blanco, porque está a la vista de todos.
Parece difícil que la Fed no ayude a cubrir esa posible falta de demanda si fuese necesario ("if needed", como le gustaba decir a Janet Yellen) y eso es lo que hace pensar a muchos que la futura expansión monetaria está servida, pero también sería muy raro que esa posible ayuda de la Fed se haga con el mismo modelo de los "rescates generales" de la pasada década. Es decir, habrá ayuda, pero será selectiva y costosa y, además, será en un entorno de represión financiera encubierta, con tipos reales negativos, aunque los nominales sigan siendo aparentemente elevados.
Es muy interesante analizar cuál es el "end game", las consecuencias últimas, de este "modelo monetario" y cómo afecta a las Bolsas, pero hacerlo excede claramente de los límites de este comentario semanal. En principio, el escenario descrito es muy favorable para las Bolsas, ya que el cóctel "inflación moderada más crecimiento real" es positivo para la renta variable. Pero los problemas pueden venir del lado del crecimiento, que puede tardar en recuperarse, como se ha visto claramente en Japón.
De momento, esta próxima semana la atención estará puesta en los resultados de Nvidia, que se publican el miércoles al cierre de la sesión, así como en los de Palo Alto Networks, que se publican el lunes. Será también interesante leer las actas de la última reunión de la Fed, que se publican el miércoles.
La expectativa de que la Fed acelere las bajadas de tipos unida a unos buenos resultados empresariales puede seguir impulsando a las Bolsas a nuevos máximos esta próxima semana, pero cuando los mercados descuentan un escenario perfecto, cualquier pequeña perturbación provoca grandes decepciones.
Juan Carlos Ureta Domingo
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