En cualquier mercado, da igual que sea de lechugas o de acciones cotizadas, el precio se fija por la confluencia de la demanda y la oferta. Si la oferta se reduce, por menor producción de lechugas, y la demanda permanece constante, el precio sube. Lo mismo ocurre con las acciones.
Cuando se analiza si las bolsas están caras o baratas y en función de la conclusión se toman decisiones de inversión, se suelen dejar de lado algunos factores que son fundamentales en el movimiento de las cotizaciones. Entre dichos factores están: la liquidez en el sistema proporcionada por el incremento de los balances de los bancos centrales; la recompra de acciones propias por parte de las propias compañías; y el peso cada vez más relevante de la gestión pasiva o indexada frente a la gestión activa. El primer y el tercer factor aumentan la demanda de acciones, mientras que el segundo, la recompra de acciones por parte de las compañías, reduce la oferta.
Desde que los bancos centrales comenzaron a incrementar sus balances como parte de la solución a la crisis financiera, la evolución de las bolsas a nivel global ha ido prácticamente pareja al incremento de los balances de los bancos centrales. Sobre todo, en los primeros años, la inyección de liquidez que pretendía dinamizar la economía no fue, en su mayor parte, a la economía real sino a la economía financiera, aumentando la demanda de activos financieros y de acciones cotizadas. En lugar de crearse inflación de precios al consumo se produjo una inflación del precio de los activos financieros e inmobiliarios.
Otro factor determinante, especialmente en la evolución de la bolsa estadounidense, ha sido y sigue siendo la constante recompra de sus propias acciones por parte de las grandes compañías cotizadas (buybacks). Como resultado de dichas compras, la oferta de acciones en el mercado estadounidense disminuye año tras año. En doce de los últimos catorce años ha sido mayor el volumen de recompra de acciones por las propias compañías que el volumen de nuevas acciones por ampliaciones de capital o de salidas a bolsa. Como consecuencia, el volumen de acciones disponibles para comprar en bolsa (la oferta de acciones) va reduciéndose año a año. Solo en 2024, la recompra de acciones propias por parte de las empresas estadounidenses cotizadas va a exceder los 1,1 billones de dólares. Dicha cifra es superior al valor de las 35 empresas del Ibex 35 (737.000 millones de euros).
Las empresas más intensivas en la recompra de sus propias acciones son las grandes compañías, especialmente las tecnológicas, que cuentan con un elevado volumen de caja. Así, en 2024 Apple recomprará acciones por importe de 110.000 millones de dólares, Alphabet (Google) por importe de 70.000 millones de dólares y Meta (Facebook) por valor de 50.000 millones de dólares. El importe de la recompra de acciones de estas tres grandes compañías en 2024 equivale a comprar el 100% de las acciones de Telefónica, Repsol y los seis bancos del Ibex 35 (Santander, BBVA, CaixaBank, Banco Sabadell, Bankinter y Unicaja).
Aunque el beneficio en términos absolutos de una empresa se mantenga y no aumente, cuanto menor es el número de acciones de una empresa, el beneficio por acción aumenta y, por tanto, su valoración relativa disminuye.
Adicionalmente a todo lo anterior, no se puede dejar de tener en consideración la tendencia de los últimos de años de sustitución de la gestión activa de las carteras de acciones por la gestión pasiva o indexada.
En Estados Unidos ya más del 50% del volumen de fondos y ETFs se concentra en vehículos de gestión pasiva, es decir, que siguen los índices. Un elemento relevante es que se está produciendo un trasvase desde la gestión activa a la gestión pasiva, lo que tiene efectos indudables.
Cuando un gestor de un fondo o un ETF referenciado al S&P recibe nuevas suscripciones, se ve en la obligación de comprar las acciones de las compañías que componen el índice en la misma proporción del peso de las mismas (explicación muy simplificada), independientemente de que considere que dichas empresas coticen caras o baratas. Su obligación es seguir al índice.
La concentración del principal índice de la bolsa estadounidense cada vez es mayor. Las siete empresas con mayor peso en el S&P representan el 30% del mismo, y el número de sus acciones cada vez es menor.
Hacer pronósticos siempre es complicado y arriesgado. En cualquier caso, para intentar predecir la evolución de las bolsas, además de los preceptivos análisis fundamentales, es necesario considerar otros aspectos que influyen sobre la oferta y demanda de acciones como la liquidez de los bancos centrales, la recompra de acciones propias y la sostenibilidad del trasvase de la gestión activa a vehículos de gestión pasiva. En el pasado reciente se han mostrado como factores esenciales de la evolución de las bolsas, especialmente la estadounidense.
Artículo escrito por Jesús Sánchez-Quiñones, director general de Renta 4 Banco, en El Economista.
Jesús Sánchez-Quiñones González
Tel: 91 398 48 05 Email: clientes@renta4.es