
Nuestro valor del pasado lunes, WalMart, ha subido un 4% en la semana, si bien en el mes de febrero su pendiente al alza se ha aplanado, tal y como anticipábamos en nuestro comentario, y ha subido solo un 1,36%.
Distinta suerte han corrido algunas grandes tecnológicas como Palantir, nuestro valor de hace dos semanas, que ha caído un 13,3% en la semana y acumula ya una caída superior al 37% desde máximos, o Microstrategy, que ha caído un 15% en la semana y pierde un 50% desde máximos. En general, las megatecnológicas no lo están pasando bien y prueba de ello es que las tres mayores por capitalización bursátil, Microsoft, Apple y Nvidia cayeron la semana pasada un 2,7%, un 1,5% y un 7%, respectivamente.
En cierto modo esas caídas de las grandes tecnológicas podrían interpretarse como un alto en el camino, un necesario descanso tras las fortísimas subidas que han tenido en los dos últimos años. Pero hay un caso singular, que es el de Tesla.
Tesla se disparó, tal y como se ve en el gráfico adjunto, tras la victoria de Trump en las elecciones presidenciales americanas del pasado 4 de noviembre, subiendo desde los 242 dólares a los que cotizaba el 4 de noviembre, día de las elecciones norteamericanas, a los 488 que alcanzó el 18 de diciembre, cuando alcanzó su máximo histórico de todos los tiempos.
Muchos asociaron esa fulgurante subida del cien por cien en un mes y medio al hecho de que el fundador y máximo accionista de Tesla, Elon Musk, apostase de forma total por Trump en la campaña electoral, una campaña que Musk, considerado el hombre más rico del mundo, financió generosamente y en la que compartió escenario con el candidato en numerosas ocasiones, como si fuese un político más y no un hombre de negocios.
La subida de Tesla en noviembre y diciembre fue considerada, seguramente con algo de razón, como una muestra del poder de Trump. Pero desde el 18 de diciembre Tesla ha entrado en una clara tendencia bajista, una tendencia que se ha acelerado en febrero. Tesla cerró el viernes en 293 dólares por acción, lo que supone haber perdido un 40% desde los máximos de diciembre. Desde el uno de enero Tesla pierde un 27,5%, un desplome en toda regla en tan solo dos meses.
La pregunta obligada es: ¿se ha acabado la magia de Trump? ¿Es el hundimiento de Tesla una señal de un posible fracaso del “trumpismo”?
Si miramos a las Bolsas europeas, que baten por goleada a las americanas en enero y febrero, la respuesta podría ser que, efectivamente, el “trumpismo” cotiza a la baja. Pero sería precipitado dar por muerto, aunque sea solo a nivel bursátil, a un movimiento de cambio pendular y profundo que está todavía dando sus primeros pasos.
Podemos pensar, más bien, que Trump tendrá que ir modulando su discurso y sus pretensiones, y que Tesla deberá ocuparse de mejorar sus proyecciones en lugar de confiar en que la posición de Musk en la Casa Blanca vaya a beneficiarla más que a las demás automovilísticas. Sobre todo, teniendo en cuenta que, incluso después de la caída, Tesla cotiza a un PER de más de 140 veces beneficios, lo que nos movería a pensar que la corrección aún no ha terminado.
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