
La tercera semana de abril, más corta de lo habitual por la festividad del Viernes Santo, ha vuelto a mostrar la debilidad del dólar, al que dedicábamos nuestra sección la semana pasada, no tanto por su nueva caída frente el euro, que ha sido en esta ocasión muy moderada, sino por el contexto en el que se ha producido.
La decisión del BCE de bajar los tipos de interés el pasado jueves, y las declaraciones de Jerome Powell en Chicago el miércoles diciendo que la Fed no tiene por el momento ninguna intención de tocar los tipos, deberían haber impulsado al dólar, y que no haya sido así no es sino una muestra más de que las dudas y la desconfianza hacia las nuevas políticas de Trump han calado hondo entre los inversores.
Esas mismas dudas han sido las que han llevado a los índices americanos a comportarse, una semana más, peor que los europeos. Pero en ese entorno enrarecido y en cierto modo desconcertante que está creando la nueva administración americana, algunas cosas siguen igual, y una de ellas es que, en la Bolsa, los resultados son los que marcan, al final, la dirección de las cotizaciones.
Estos últimos días hemos tenido una prueba de ello en dos empresas ten emblemáticas como Nvidia y Netflix. Netflix publicó el jueves, tras el cierre del mercado, sus cifras trimestrales y sus previsiones, sorprendiendo positivamente a los inversores tanto en los ingresos y beneficios como en el “guidance”. La acción subió, en la cotización “after hours” un 3,5% superando, por primera vez en su historia, los 1.000 dólares por acción.
Nvidia ha sido el ejemplo contrario. El miércoles cayó un 6,5% después del cierre del mercado, tras anunciar que cargará cinco mil quinientos millones de dólares en las cuentas trimestrales, al haberle sido prohibida por la administración Trump la exportación de chips H20 a China y a otras naciones. Nvidia había diseñado dichos chips con la esperanza de que su venta a otros países, incluida China, fuese aceptada, sorteando así la prohibición de exportar chips más sofisticados. Pero no ha sido así, y al tener conocimiento de la decisión, Nvidia, correctamente, ha asumido el impacto en sus cuentas y lo ha comunicado al mercado.
Nvidia, próxima a perder los 100 dólares por acción, y Netflix, superando ya los 1.000 dólares por acción, nos recuerdan que, al final, la ley de la Bolsa son los resultados, y que, al margen de lo que pase en el entorno, es ahí donde las empresas se juegan su cotización.
Pero hay quizás otras enseñanzas en la situación actual de ambos valores. En nuestro Gráfico semanal de 25 de abril de 2022, bajo el título “Netflix y el bear market del Nasdaq”, cuando Netflix cotizaba en torno a 200 dólares por acción y a un PER por debajo de 10 veces beneficios, decíamos que a esos precios había que “invertir en el valor con la vista puesta en el largo plazo”. Y al revés, en nuestro Gráfico semanal de 27 de mayo de 2024, bajo el título “Nvidia rompe todas las métricas”, cuando Nvidia cotizaba por encima de 140 dólares por acción y era la estrella imparable de las bolsas, mostrábamos prudencia tras las fuertes subidas, pero recomendábamos hacer “un seguimiento activo del valor para aprovechar cualquier ventana de oportunidad que se pueda presentar si hay correcciones en su cotización”.
Desde que hicimos ambos comentarios, Netflix ha subido de doscientos dólares a mil dólares por acción, y Nvidia ha recortado un 34% desde máximos. El PER de Nvidia es de 34,5 veces beneficios, y por el contrario, el PER de Netflix es de 46 veces beneficios, un PER elevado en un sector tan competitivo. Esto invita a pensar que tal vez la ventana de oportunidad en Nvidia ya ha llegado y que, sin embargo, Netflix no es ya una compra tan clara, más bien al revés.
Es verdad que Nvidia tiene también un PER alto para una empresa tradicional, pero no para una empresa que está en la vanguardia absoluta de la innovación y que, al calor del enorme desarrollo de la inteligencia artificial generativa, seguirá probablemente aumentando sus ventas y beneficios de forma muy diferencial con el resto del mercado. Lo que no quiere decir que no podamos ver todavía descensos de su cotización hasta niveles de 90 dólares por acción.
Igual que ha pasado siempre, en las Bolsas de Trump hay que ser muy disciplinado con la proyección que damos a los beneficios de las empresas en el futuro y, por tanto, con los multiplicadores que aplicamos a esos beneficios.
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