
Tal y como anticipábamos el pasado lunes, el oro ha seguido subiendo y tras un alza semanal del 2,3% avanza ya un 17% desde el uno de enero. El mal dato del deflactor de gastos personales (PCE deflator) de febrero en Estados Unidos, que se publicó el pasado viernes, alimenta el temor de que la inflación se pueda mantener todavía alta durante algún tiempo, y la espectacular caída de la confianza del consumidor que mostró el informe de la Conference Board publicado el pasado martes lleva también a pensar que la Fed podría ser más laxa en sus políticas monetarias.
Ambos factores, unidos a la incertidumbre que generan los aranceles de Trump, impulsan al oro a seguir subiendo, como activo refugio por excelencia.
Y es precisamente la amenaza de que los aranceles entren masivamente en vigor el próximo miércoles 2 de abril, que Trump ha bautizado como Día de la Liberación Nacional, y más en concreto el anuncio de que esos aranceles serán del 25% para los automóviles, lo que provocó el pasado jueves fuertes caídas en la cotización de las empresas automovilísticas europeas. En la sesión del jueves Stellantis cayó más de un 4%, y BMW y Mercedes-Benz un 2,5%. Algunas empresas de componentes vinculadas al sector automovilístico cayeron incluso más, como Valeo, cuyo descenso en la sesión fue del 7,7%
Sin embargo, más allá del ruido mediático, la realidad es que el impacto de los aranceles podría no ser tan grande o al menos así parecen interpretarlo los inversores. Es cierto que el sector del automóvil se ha visto castigado, pero otros sectores como las empresas tecnológicas norteamericanas, se han visto mucho más perjudicadas en lo que a su evolución bursátil se refiere.
En lo que va de año, el índice sectorial de automóviles europeo baja un 1,8%, mientras que el de las tecnológicas norteamericanas en el S&P baja un 13%. Si analizamos empresas en particular, vemos que Volkswagen (cuyo gráfico adjuntamos comparado con el de Tesla) sube un 8,9% desde el uno de enero, y que Mercedes Benz sube un 3,6%, mientras que, por ejemplo, Apple baja un 16,2% desde el inicio de año, Alphabet un 18% y Microsoft un 10%. Por no hablar de Tesla, que cae un 35% desde el uno de enero.
Es verdad que otras automovilísticas bajan en el año, como Stellantis, que se deja un 16,7% desde el uno de enero o BMW que cae un 3,8%, y que alguna tecnológica como Meta cae solo un 1,5% en el año, pero a la vista de los datos anteriores cabe preguntarse si realmente las automovilísticas europeas son las empresas más perjudicadas por los aranceles de Trump. Una pregunta cuya respuesta puede ser, aunque parezca sorprendente, negativa, o al menos parece ser negativa si leemos lo que nos dicen las bolsas.
La pasada semana, la cotización de Volkswagen cayó un 2,5% mientras que la de Apple ha caído un 3,45%, la de Microsoft un 3,2% y la de Alphabet un 6%. Aunque es verdad que la de Tesla ha subido un 6%. Tras esa caída semanal, Volkswagen cotiza con un multiplicador (PER) de tan solo tres veces beneficios, lo que la hace bastante atractiva incluso en un escenario de aranceles generalizados.
Tal vez lo que ha pasado con la banca europea, cuyo índice sectorial ha subido un 24% en estos tres primeros meses del año, podría servir como ejemplo de cómo a veces los temores, lógicos, pero quizás excesivamente exagerados, sobre un sector, en este caso el sector del automóvil europeo, pueden llevar las cotizaciones a extremos ridículamente bajos. Y tal vez también el desplome de Tesla de casi un 40% en tres meses, nos puede enseñar lo contrario, es decir, cómo la moda mediática puede elevar las cotizaciones de una compañía fuera de todo limite razonable, provocando la caída posterior.
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