Opinión 10 octubre 2025

Caída del dólar: sus causas y consecuencias



El dólar ha sufrido una caída frente al euro de más del 14% en lo que llevamos de año. Esta debilidad ha sido querida por la administración Trump y no es fruto de la huida de los inversores de Estados Unidos. Las consecuencias de esta evolución de la divisa estadounidense son múltiples y afectan especialmente a los inversores en activos estadounidenses, a las empresas norteamericanas y a los países endeudados en dólares.

La política de la actual administración estadounidense es mucho más previsible de lo que parece. De hecho, la política respecto a la evolución del dólar quedó plasmada en un documento elaborado por Stephen Miran, presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente Trump, hasta que ha sido nombrado miembro temporal de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal (Fed) con derecho a voto en las decisiones de subidas o bajadas de tipos de interés.

Miran sostiene que el principal desajuste de la economía estadounidense radica en un dólar crónicamente sobrevalorado. Según su análisis, el estatus del dólar como la moneda de reserva preferida a nivel mundial impulsa artificialmente su valor. Esta fortaleza constante del dólar perjudica directamente a la industria de Estados Unidos al hacer sus productos menos competitivos, lo que a su vez perpetúa un ciclo de déficits en la balanza comercial del país.

Aunque se puede discrepar del análisis de Miran, es evidente que la debilidad del dólar desde principios de año es algo deseado por las autoridades estadounidenses. Entre las ideas aportadas por Miran para debilitar el dólar se encuentra el llamado "Acuerdo Mar-a-Lago". La idea es que los países vendan sus dólares y bonos del Tesoro a corto plazo y, a cambio, aumenten sustancialmente la duración de sus tenencias restantes de deuda estadounidense, incluso con bonos a 100 años. A día de hoy es un acuerdo impensable.

En cualquier caso, el retroceso del dólar no se ha debido al descenso de la inversión extranjera en Estados Unidos. De hecho, la inversión extranjera directa solo descendió puntualmente en el mes de abril tras el “Día de la Liberación”. Hasta junio se ha incrementado en más de 168 mil millones de dólares, siendo el principal destino la bolsa estadounidense.

La recuperación de la demanda internacional de activos estadounidenses demuestra que la rotación puntual de abril hacia otros mercados fue eso: puntual. La profundidad y liquidez de los mercados financieros estadounidenses hacen que las alternativas en otros mercados sean muy limitadas en volumen.

Un primer efecto de la depreciación del dólar es la merma de la rentabilidad para los inversores europeos que invierten en activos estadounidenses. Así, aunque el S&P y el Dow Jones suban un 14% y un 9,5%, respectivamente, las rentabilidades traducidas a euros son exiguas o incluso negativas: un 2% de revalorización del S&P y una caída del 3% del Dow Jones.

Por su parte, las grandes empresas estadounidenses con un elevado volumen de ventas fuera de Estados Unidos se están viendo muy favorecidas al incrementar sus beneficios en dólares. Un dólar devaluado aumenta el valor de los beneficios obtenidos en el extranjero. Al convertir a dólares depreciados los beneficios generados en euros o yenes, el beneficio reportado en dólares aumenta. Si Apple vende los mismos iPhones en Europa y su beneficio en euros es el mismo que el año anterior, los beneficios reportados en dólares aumentan por el mayor valor del euro respecto al dólar.

Para las empresas europeas que venden en Estados Unidos el efecto es el contrario. El beneficio traducido a euros se reduce. Así, no es de extrañar que la expectativa de crecimiento de beneficios por acción de las empresas integrantes del S&P500 sea del 14%, mientras que la expectativa de incremento de beneficios del índice análogo europeo, Stoxx600, sea solo del 4%.

Los países emergentes con deudas en dólares también se ven favorecidos, al reducirse sus cargas financieras medidas en sus monedas locales.

La evolución del dólar a partir de ahora depende de múltiples factores.  Entre ellos, de la intensidad de la bajada de tipos por parte de la Fed y la percepción de los inversores internacionales sobre la “intromisión” de Trump en las decisiones de la Fed. Si la Fed bajara los tipos de interés de forma brusca o más allá de los que descuenta el mercado, o incluso con subidas de la inflación, sería muy negativo para la evolución del dólar.

Una bajada excesiva de tipos de interés por parte de la Fed tendría un efecto pernicioso en los tipos de interés que exigirían los inversores por los bonos del Tesoro a largo plazo (diez años). Se entendería que las expectativas de inflación aumentarían y, por tanto, se exigiría mayor tipo de interés a más plazo. Hay que recordar que Trump dio marcha atrás en sus medidas de abril cuando el tipo de interés del bono a 30 años alcanzó el 5%. Esa línea roja volverá a funcionar.

No hay que olvidar que una moneda sube o baja de valor respecto a otra. Por tanto, lo que ocurra en Estados Unidos solo es la mitad de la película. En el caso del cruce con el euro, la posible inestabilidad de países como Francia pueden actuar en contra del euro en su cruce con el dólar.

En conclusión, la caída del dólar en lo que llevamos de año ha sido deseada por las autoridades estadounidenses. Aunque Miran abogue por una depreciación superior, el equilibrio entre depreciar la moneda y seguir siendo la divisa de reserva global es inestable y difícil de mantener.
    

Artículo escrito por Jesús Sánchez-Quiñones, Consejero-Director General de Renta 4 Banco, en El Economista. 

                      


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