La percepción general del ciclo económico muestra una mejora, caracterizada por una desaceleración suave y desigual entre regiones geográficas. En este contexto, Estados Unidos sigue destacando con un crecimiento muy superior al del resto de las economías, acompañado de señales de un aterrizaje suave. El buen dato de empleo de septiembre refuerza esta visión, borrando en parte los datos más débiles previos.
Europa, por otro lado, enfrenta una desaceleración mayor a la esperada en los indicadores avanzados del ciclo, especialmente en economías como la alemana, que se aproxima a dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo. No obstante, este efecto se ve parcialmente compensado por el mejor desempeño de las economías periféricas.
En China, el gobierno ha anunciado una serie de estímulos económicos destinados a estabilizar sus mercados financieros. Sin embargo, estos no abordan el principal desafío estructural del país: impulsar el consumo privado. Además, el apoyo al sector inmobiliario es solo parcial, lo que limita el impacto de las medidas adoptadas.
En cuanto a la inflación, la tendencia general muestra una moderación, aunque persisten ciertos riesgos al alza hacia el final de año, debido a la finalización de los efectos base positivos en energía. Posteriormente, se espera que la inflación retome su tendencia a la baja, acercándose al objetivo del 2 % en el transcurso de 2025. Aun así, algunos factores inflacionistas persisten, como la presión en vivienda en EE. UU., los servicios en Europa, las tensiones en energía por conflictos geopolíticos en Oriente Medio y el proteccionismo derivado de aranceles.
Respecto a los bancos centrales, estos continúan con las reducciones de tipos, aunque se han moderado las expectativas de recortes excesivos en el caso de la Reserva Federal. Esto responde a la mejora en la percepción sobre el ciclo económico y a los riesgos que persisten en cuanto a la inflación. En el futuro, las decisiones de política monetaria seguirán siendo data-dependientes, priorizando el crecimiento sin perder de vista el control inflacionario, que aún no está completamente bajo control. Se estima que los tipos podrían situarse en el rango de 3-3,5 % en EE. UU. y de 2-2,25 % en la Eurozona para 2025.
En cuanto a los resultados empresariales del 3T24: los datos han sido mixtos, destacando un desempeño positivo en la banca de inversión americana, mientras que empresas como ASML y Nestlé han presentado “profit warnings”. La clave estará en las guías a futuro, que orientarán las expectativas del mercado.
Tras el susto inicial de agosto por el temor a un aterrizaje brusco en la economía americana, las bolsas han logrado recuperar posiciones. Esta recuperación se ha visto respaldada por una mejora en las expectativas cíclicas y un nivel elevado de liquidez, lo que ha impulsado a los mercados a niveles cercanos a sus máximos anuales. No obstante, estas valoraciones se vuelven exigentes en ciertos mercados y sectores, lo que podría moderarse ante posibles tomas de beneficios en un contexto de volatilidad creciente, impulsado por las elecciones en EE. UU. (5 de noviembre) y las tensiones en Oriente Medio. Consideramos que dichas tomas de beneficios representarían oportunidades para incrementar posiciones en renta variable, dado el fondo favorable de mercado: aterrizaje suave, recortes de tipos, crecimiento de beneficios y rotación sectorial.
De cara a los próximos días, nos mantendremos atentos a las elecciones en Estados Unidos, donde las encuestas muestran un resultado muy ajustado y con implicaciones relevantes, que detallamos en nuestro informe según el desenlace electoral y el reparto de poderes. No obstante, al margen de los resultados políticos, lo más relevante será la evolución de los resultados empresariales, por lo que recomendamos evitar cambios bruscos en las carteras independientemente del resultado de las elecciones.
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Natalia Aguirre Vergara
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