Como ya vaticinábamos a principios de año en nuestra estrategia anual, la llegada del segundo mandato presidencial de Donald Trump en Estados Unidos iba a ser clave para los movimientos del mercado. Tanto es así que desde su llegada, el anuncio de aranceles y sus repercusiones han hecho que los mercados hayan sufrido caídas del 15% del S&P 500, del 7% en el Ibex o del 8% y 13% en las bolsas de Tokyo y Shanghai respectivamente.
Por este motivo, hemos realizado una serie de vídeos con Jesús Sánchez-Quiñones, Consejero Director General de Renta 4 Banco, que analiza la situación actual de EE.UU., los aranceles, la guerra contra China y, también, los aciertos de la administración de Trump.
Punto de partida: ¿cómo está la economía de EE.UU?
La llegada de la administración Trump ha centrado el debate económico, donde es clave entender la situación de partida antes de valorar sus medidas. EE.UU. enfrenta un déficit público superior al 6% del PIB y una deuda que ya supera el 120% del producto interior bruto. Además, los inversores internacionales están perdiendo peso en la financiación de esa deuda. A esto se suma una desventaja arancelaria previa: mientras que las exportaciones estadounidenses soportaban un 6,5% de aranceles, las importaciones solo pagaban un 3%.
Frente a este contexto, la administración propone el llamado plan 333: alcanzar un crecimiento del 3%, reducir el déficit al 3% y aumentar en tres millones la producción diaria de barriles de petróleo. Esta estrategia busca atraer inversión industrial abaratando el coste energético, reducir la inflación y mejorar la competitividad global del país. Será clave la energía barata, que permitiría rebajar costes básicos como transporte y alimentos, consolidándose como uno de los pilares del programa económico.
¿Qué hay detrás de los aranceles de EE.UU.?
Los aranceles han generado un intenso debate internacional, especialmente tras el anuncio durante el Día de la Liberación. Sin embargo, muchos dudan de que estas medidas se mantengan tal como se han presentado, considerándolas más bien una estrategia negociadora. Según el secretario del Tesoro, los aranceles tienen cuatro funciones clave: proteger la industria nacional —como la de semiconductores o automóviles—, combatir prácticas de comercio injustas, generar ingresos fiscales para compensar la bajada de impuestos, y servir como herramienta de presión en negociaciones más amplias.
En este contexto, se señalan prácticas como las trabas regulatorias impuestas a empresas estadounidenses en el extranjero o las ayudas estatales masivas en países como China, especialmente en sectores estratégicos como el de coches eléctricos o la inteligencia artificial. Además, los aranceles podrían utilizarse como palanca en negociaciones que trascienden lo comercial, como ocurrió con Colombia. Así, más que medidas definitivas, los aranceles parecen una apuesta inicial de máximos para abrir un periodo de negociaciones con socios clave como la Unión Europea, marcando una etapa de incertidumbre y posible inestabilidad a corto plazo.
La guerra comercial como defensa estratégica de EE. UU. Frente a China
La política arancelaria, especialmente dirigida hacia China, se enmarca en un contexto de pérdida de liderazgo comercial por parte de EE.UU. Desde la entrada de China en la OMC en el año 2000, el país asiático ha desplazado a EE. UU. como principal socio comercial en gran parte del mundo, gracias a la deslocalización masiva de la producción por parte de empresas estadounidenses. Esta externalización ha generado un fuerte desequilibrio comercial con China, agravado por el hecho de que muchas ventas internas de filiales estadounidenses en China no se contabilizan como exportaciones. Ejemplos como el de Apple, que diseña en EE. UU. pero ensambla en China, ilustran esta tendencia que la administración Trump busca revertir incentivando el regreso de la producción al país.
El foco sobre China se intensifica por el plan "Made in China 2025", que busca convertirla en líder en sectores estratégicos como los vehículos eléctricos, baterías y semiconductores, gracias a fuertes subvenciones estatales. Esta política ha provocado un exceso de capacidad productiva en sectores clave, como el automovilístico, lo que amenaza con inundar los mercados internacionales con productos difíciles de competir. Washington considera este avance una amenaza estratégica, y aunque ha impuesto aranceles a diversos países, prevé endurecer especialmente su postura frente a China. Así, nos encontramos en una fase de tensión y negociación comercial que definirá el futuro equilibrio económico global.
Más allá de los aranceles: las claves positivas del plan económico de Trump
La administración de Trump ha centrado su política económica en una serie de medidas que buscan incentivar el crecimiento de Estados Unidos, a pesar del foco mediático en los aspectos negativos. Entre las medidas positivas, destaca su esfuerzo por lograr la energía más barata para las industrias y consumidores americanos, mediante inversiones en infraestructura energética, aumento de la producción de petróleo y gas, y la eliminación de restricciones. Estas acciones podrían reducir los costos de la energía y la inflación, incluso compensando el impacto de los aranceles.
Además, Trump ha promovido la desregulación de sectores clave, y ha anunciado que los bancos estadounidenses no estarán sujetos a las normas de Basilea III, lo que les da una ventaja competitiva al permitirles ofrecer más crédito. Otras medidas incluyen la rebaja de impuestos y la presión a otros países, como ha sido el caso con Taiwán, lo que ha resultado en importantes inversiones extranjeras en Estados Unidos. Aunque los aranceles siguen siendo el foco de atención, es probable que el mercado empiece a centrarse más en estos aspectos positivos a medida que se vayan implementando.