El precio de Bitcoin comenzó la semana al alza, superando los $107.000 y marcando un nuevo máximo histórico en torno a los $111.000, justo el 22 de mayo, fecha en la que se conmemora el famoso Pizza Day.
En 2010, Laszlo Hanyecz pagó 10.000 BTC por dos pizzas, en lo que fue la primera transacción comercial registrada con bitcoin. Hoy, esos 10.000 BTC valdrían más de 1.100 millones de dólares, y la coincidencia no podría ser más simbólica: en un contexto de creciente incertidumbre macroeconómica, Bitcoin se ha consolidado como refugio de valor y como nuevo centro de gravedad de las finanzas digitales.
Este nuevo impulso en el precio no es casualidad. La narrativa de “tiempos duros por venir” vuelve a dominar los mercados. La aprobación de un nuevo paquete de gasto en EE. UU., la subida del rendimiento de los bonos a 30 años por encima del 5%, y la rebaja de la calificación crediticia soberana por parte de Moody’s son señales de alarma que los inversores no están ignorando.
En ese entorno, Bitcoin reaparece como alternativa frente al deterioro fiscal estadounidense. Su comportamiento recuerda al oro en épocas de turbulencia, pero con un componente tecnológico y financiero que lo posiciona aún mejor ante los retos del siglo XXI.
A esta narrativa macro se suman importantes avances regulatorios y estructurales en el ecosistema cripto. El Senado estadounidense ha desbloqueado el Genius Act, un proyecto de ley para regular los stablecoins, que se encamina ahora hacia una votación plenaria. El proyecto exige reservas líquidas y reglas de cumplimiento similares a las de las instituciones financieras tradicionales, dando un marco de seguridad jurídica que allana el camino para su adopción masiva.
En el terreno corporativo, el movimiento liderado por Strategy —que ya acumula el 2,7% del suministro total de BTC— ha pasado de ser una apuesta disruptiva a convertirse en una estrategia financiera replicable. Empresas como MetaPlanet, GameStop o Twenty One Capital están siguiendo sus pasos, y el modelo “Bitcoin-native” empieza a vislumbrarse como el nuevo estándar de gestión de tesorería para compañías con visión de largo plazo. Paralelamente, Texas ha aprobado su propia ley para constituir una Reserva Estratégica de Bitcoin.
El vínculo entre el mundo cripto y las finanzas tradicionales también se estrecha. Coinbase, la mayor plataforma de intercambio en EE. UU., ha sido incluida recientemente en el S&P 500. Esto implica que aproximadamente el 0,11% de cada dólar invertido en productos indexados al S&P se destina ahora a COIN, generando flujos automáticos que fortalecen su cotización y liquidez, y reafirmando la penetración del cripto en el núcleo del sistema financiero global.
Bitcoin ha subido más de un 25% en el último mes, casi un 60% en el último año, y más de un 1.100% en los últimos cinco años. Su tendencia alcista se sostiene en una estructura técnica clara de máximos y mínimos crecientes, y en una dominancia de mercado superior al 64%. Todo ello configura un entorno ideal para que los criptoactivos ganen protagonismo, tanto como activos especulativos como instrumentos financieros estructurales.
Desde la anécdota de dos pizzas hasta la estrategia de tesorería de multinacionales, Bitcoin ha recorrido un largo camino. Y si algo demuestran estos máximos históricos en su día conmemorativo, es que su historia no ha hecho más que empezar.